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Bigas Luna: "En 'Bambola' busqué el exceso"

El realizador catalán, confuso entre el gran éxito de público y el varapalo de la crítica

Bigas Luna, de 50 años, está confuso. Ha hecho Bambola, una película "excesiva" con la que -asegura- se lo ha pasado estupendamente bien. La llevó -fuera de la sección oficial, y casi sin acabar- al Festival de Venecia y montó tal escándalo que le robó el protagonismo a Robert de Niro. En las cinco semanas que lleva proyectándose en Italia la han visto 800.000 espectadores, superando incluso a Independence Day. Pero los críticos, casi unánimemente, le han dado un varapalo monumental, tan fuerte que sólo encuentra una palabra para calificarlo: "Violento". Ahora, el polémico filme protagonizado por el culo de Valeria Marini llega el próximo viernes a España mientras Bigas Luna intenta explicarse lo que está sucediendo.

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Ha adelgazado 15 kilos, está en forma y parece feliz, si no le hubiera salido el grano de la crítica. Y quiere explicarse. "Intento explicármelo ahora, mientras estoy en medio del follón, porque dentro de dos años seguro que lo veré claro. He hecho un intento de crear un género nuevo. Ya lo había intentando con Jamón jamón. Se trata de contar una historia de forma realista, es decir, cine al cien por cien, más una ironía mía, de autor, insertada en este trabajo realista. Y esto ha funcionado. En Jamón jamón, la gente captaba mi ironía, con la que me reía un poco de la propia historia que contaba, a pesar de que la respetaba. Otro tanto con Huevos de oro y La teta y la luna. Pero en esta ocasión he querido pasarme, he intentado llegar hasta el final. Bien, pensé: 'tengo una historia muy excesiva, muy loca, tengo una actriz excesiva, con un culo impresionante'. Y me he dicho: 'hasta el límite; voy a hacer una película de excesos".Lo excesivo, parece ser, empieza ya con la historia que cuenta, "más bestia que Jamón Jamón", pero que Bigas considera haber tratado de forma "muy realista, porque a los actores no los he sacado nunca de la realidad, aunque yo personalmente he ironizado mucho más". Y pone un ejemplo: "Rodaba una escena de amor, muy seria, muy violenta, y no podía aguantarme la risa. Ha habido secuencias en las que no he podido parar de reír. Tremendo, porque no me interesaba que los actores participaran de mis risas, porque si no sería una comedia, y aún no he entrado en la comedia. Y el milagro que me ha pasado con esta película es que el público lo ha entendido. Por un lado, he tenido momentos muy cruentos al enfrentarme a la crítica, pero, por otro lado, he tenido una gran satisfacción porque ¿qué más quiero como autor que el público capte absolutamente mis guiños?"

Contexto irónico

¿Y qué es lo que no ha entendido la crítica? El director catalán vuelve a dar un ejemplo: "'Si estoy rodando una sodomización muy violenta y deliberadamente me excedo, el público capta la ironía mientras que el crítico no la percibe, y critica esta violencia fuera del contexto irónico. Yo no paso de la crítica, pero, evidentemente, me interesa mucho más el público. No pretendo adoptar la postura del autor enfadado que depende su película, porque no estoy enfadado, sino contentísimo, pero defiendo mi postura, el intento de desarrollar un nuevo género, como hizo Sergio Leone con los spaguetti westerns. Con Bambola he querido mezclar elementos de acción y de exceso con sexo, ironizando, haciéndolos muy eróticos, pero al mismo tiempo intentando que derivara hacia una comedia. Además, en la historia me he incluido a mí mismo. En la película, que es muy simbolista, hay un personaje, la cabritilla, que soy yo. Siempre que sale la cabrita hace reír, porque soy consciente de que me estoy pasando, y cuando me paso pongo a la cabrita. Y funciona. Es una comedia, pero no es comedia, es hacer participar al espectador de mi juego".Pero los críticos, con muy escasas excepciones, no han percibido su juego. "¿Qué puedo decir para acercarme a la crítica?", se pregunta de nuevo, "porque quiero acercarme a la crítica. Pienso que hoy día el cine se valora como si fuera una realidad virtual, como si los que hacemos cine estuviéramos haciendo el telediario. Y yo hago ficción. Y los críticos acostumbran a tener una visión del cine muy realista, que me parece muy pobre. Yo soy un artista. Creo que tengo mucho más interés como artista que como director de cine. Yo hago cine a mi manera. En cada película me invento una manera de narrar, una estética. Bambola, pese a ser un encargo, la he rodado con absoluta libertad".

Confiesa Bigas que hay una lectura del cine que no le interesa -"aunque respeto a quienes la hacen", añade cauteloso- "que consiste en decir que el cine es la unión de todas las artes y todo eso. Para mí, el cine es crear tiempo y servírselo a una gente que paga por ello. Porque no hay que olvidar que estoy compitiendo con Independence Day, que se pasa en un cine al lado del que ponen Bambola y por el mismo precio, y yo me tengo que inventar cualquier mecanismo. Y no me sirve que me digan que esto es ser comercial".

Comercial, sin embargo, sí lo ha sido la polémica desatada entre el realizador y su voluptuosa prima donna Valeria Marini, que le acusa de haberle traicionado mostrando parte de sus encantos que ella no quería desvelar. De hecho, la actriz estuvo ayer en Madrid y repitió sus acusaciones contra el director, insistiendo en que éste había dejado solo la parte animal en la película y que el resultado final no correspondía a lo que inicialmente esperaba.

¿Qué hay de cierto en ello? Bigas Luna no está enfadado con ella. "Es superconocida en Italia y una gran promotora de sí misma", explica, "yo tengo una relación muy buena con ella. Le digo: 'Mi sono enamorato di un culo'. Con ella he vivido una extraña historia de amor profesional. Es un personaje que humanamente y profesionalmente me ha enriquecido mucho. Y ella dice que se ha enamorado de mi cabeza. El problema es que a ella no le gusta de sí misma lo que a mí me gusta: su culo. Valeria ha dicho que no quería que salieran algunas escenas por cuestiones de sexo, lo que no es verdad; es por razones estéticas más que éticas. Pero ella tenía un contrato en el que se decía que la película tenía que ser para menores de 18 años y ha logrado hacerme sacar dos planos de la película, algo que sólo había hecho durante el franquismo, aunque los he repuesto en la versión internacional. No se verán en España porque aquí no se pasará la versión subtitulada, algo que me parece muy mal y que demuestra que somos un país muy poco respetuoso con el cine. Y ésta es la historia".

El escándalo de Venecia

¿Y el escándalo monumental de su proyección en el Festival de Cine de Venecia tampoco fue un montaje publicitario? "Es muy difícil montar una operación como la de Venecia si no hay algo de verdad", explica. "Lo de Venecia fue muy interesante. Uno va a un festival para dar a conocer la película. De hecho, yo fui un poco por los pelos; no iba en la sección oficial, no la tenía acabada, y al final conseguimos que sólo se hablara de Bambola. Hasta Robert de Niro estaba mosqueado porque le habíamos robado el protagonismo. Durante la proyección llegué a pasar miedo, porque aquello parecía un estadio de fútbol. Delirante. La gente, casi desde el primer minuto, aplaudía, pitaba, gritaba. Comprobé que todo lo bien que me lo había pasado yo haciendo la película también se lo pasaba la gente y, sin embargo, he tenido una reacción de la crítica violenta, ésa es la palabra que se me ocurre".

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