Nuevos puertos, mismos destinos

El naufragio de Tánger evidencia que las mafias del tráfico de inmigrantes clandestinos han decidido desplazar sus puertos y centros de embarque hacia el sur del Estrecho, en la costa del Atlántico, en un intento de eludir las vigilancias establecidas desde hace un tiempo por la Marina Real y la Gendarmería, que ha llegado incluso a prohibir el uso de patines de recreo en la zona del estrecho de Gibraltar.En medios relacionados con la Marina Mercante se asegura que muchas de las pateras que desde hace unos meses llegan a España salen de puertos tan distantes como las localidades de Ashila y Larache, o incluso más al sur, como el puerto de pescadores de Mulay Buselham, donde se encuentra desde hace meses varada una flota de pequeñas embarcaciones, muchas de ellas con potentes motores y dispuestas, por poco más de 40 dirhams a la hora -600 pesetas- a pasear a domingueros, inexistentes en esta época del año, pero al acecho siempre de negocios más lucrativos.

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La tragedia de Tánger ha sucedido mientras Rabat y Madrid refuerzan la vigilancia de la zona y tratan de coordinarse en un intento de acabar con la inmigración clandestina, tal y como pactaron el pasado 2 y 3 de octubre en Madrid los ministros del Interior, Jaime Mayor Oreja y Dris Basri.

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