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Las fuerzas antitalibanes olvidan su rivalidad y sellan un frente común al norte de Afganistán

ENVIADO ESPECIALUn día histórico en el caos de Afganistán. Después de tres años sin verse las caras, el general Abdul Rashid Dostum, señor de la guerra uzbeko, y el derrocado presidente afgano, Burhanudín Rabani, se encontraron a las puertas desérticas de Mazar-i-Sharif para darse un abrazo islármco, olvidar que antes eran enemigos y decidir cuál va a ser la estrategia común a partir de ahora contra los talibanes. Unos pocos periodistas extranjeros presenciaron el histórico, polvoriento y puede que decisivo encuentro. La ONU, entretanto, advertía al nuevo régimen de Kabul que interrumpirá su ayuda si continúa la discriminación que los talibanes aplican a las mujeres.

El esquivo general Dostum esperaba personalmente al viejo presidente derrocado en medio de la carretera asfaltada que conduce a Mazar-i-Sharif al lado de la base militar de la División 264. En las cunetas formaban fila una larga cohorte de venerables líderes del Movimiento Islámico Nacional de Afganistán, el partido de Dostum,y otros representantes religiosos y militares de esta parte del país casi- convertida en una república independiente después de la toma de Kabul por los ultraintegristas talibanes.En la espera, Dostum, enorme y bigotudo, estrechaba la mano del puñado de periodistas que esperaban con él la llegada de Rabani. A ellos les dijo que Mazar-i-Sharif será el punto de encuentro de los más importantes líderes políticos del país que se supone van a ponerse de acuerdo sobre una estrategia común para frenar desde el norte a los talibanes o al menos llegar a un acuerdo con ellos para no enredar más el caos. Citó como ilustres visitantes al rey Zahir Shali, el monarca afgano derrocado, en 1973, al ex primer ministro también derrocado, Edmatiar e, incluso al general otrora enconado enemigo Ahmad Masud, leal a Rabani.

De repente se formó un espectacular revuelo. Los cientos de soldados de la base que esperaban sentados en el suelo polvoriento del desierto se pusieron en pie torpemente para acabaren posición de firmes. La mancha negra en el horizonte, se convirtió en un Cadillac de lujo, negro y brillante, desde él que salió el mismísimo Rabani y una corte de ayudantes y representantes políticos. El abrazo entre ambos líderes borró las diferencias del pasado.

Rabani, un fundamentalista a quien los talibanes han convertido, a pesar de ser un déspota, en un político moderado, iba curiosamente vestido al modo talibán con turbante marrón y las tradicionales túnicas, un gran medallón al cuello y venerable barba de abuelo que nunca ha tirado una bomba. Dostum, en cambio, iba vestido al estilo de sus amigos soviéticos, con gorra, botas y traje de carnuflaje. Se abrazaron, se besaron en medio de un remolino impresionante de coches, polvo y turbantes. Luego Rabani pasó revista a los más de un centenar de líderes religiosos, políticos y militares que le esperaban

La presencia de los lujosos coches oficiales sobresalía en comparación con la pobreza de Afganistán y el miserable aspecto de muchos soldados de Dostum. Con todo, los más disciplinados y mejor formados de todas las fuerzas que ahora siguen luchando en el país. Subieron a los coches y, escoltados por una espectacular caravana de vehículos, fueron barriendo literalmente la carretera en dirección al cuartel general de Dostum, Qala-e-Gealgi. Era una reunión histórica en Afganistán. Mas aúnteniendo en cuenta que desde que los talibanes conquistaron Kabul se han formado de hecho dos Estados en Afganistán, al norte y al sur, y que la eventual derrota o moderación de los talibanes pasa por el embudo de una increíble en otro tiempo coalición de ocasión entre el Gobierno derrocado y las fuerzas del siempre rebelde Dostum.

El general uzbeko dejó que unos pocos periodistas se asomasen al principio de su reunión con Rabani. Dostum sacó entonces un gran mapa de Afganistán y empezó a explicarle a Rabani, con la autoridad de quien se sabe más poderoso, cuál era la situación de sus carros de combate en el túnel de Salang: un impresionante paso de montaña lunar a casi 3.400 metros de altura controlado a uno y otro lado por su Ejército, que marca de hecho la frontera entre los talibanes, al sur, y el resto de fuerzas, al norte.

La peor guerra

Fuentes oficiales del Ministerio de Exteriores confirmaron que el ex rey Zahir Shah había dado la noche del lunes una respuesta positiva a la propuesta de Dostuni de ir a Mazar-i-Sharif o, al menos, enviar a un representante suyo para discutir el futuro político de un país que se enfrenta a la posibilidad de entrar en la peor guerra de su historia, una vez que parece que se van concentrando las fuerzas en dos bandos de parecido poder.En los próximos días, del resultado de las reuniones que se celebrarán en este lugar depende el giro que tome la guerra en este desdichado país y las posibilidades de éxito de unas muy hipotéticas negociaciones entre los ultraislámicos y los moderados. De momento, nadie quiere pegar un tiro pero todo está dispuesto para apretar el gatillo a la primera orden.

[En el plano exterior, la ONU advirtió ayer a los talibanes de que la discriminación de las mujeres en el trabajo y en las escuelas puede afectar a sus programas de ayuda. La Unicef, de momento, decidió suspender ayer sus programas de educación en Afganistán por la exclusión de las niñas de las escuelas controladas por los talibanes, informa la agencia Reuter. Sylvana Foa, portavoz de las Naciones Unidas,. afirmó: "El corán de la ONU dice que tiene que haber igualdad entre los sexos" . Una clara advertencia de que tanto los países donantes como los receptores de programas de ayuda deben respetar la Carta de Derechos de la ONU.]

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