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La visita de Yasir Arafat al presidente de Israel a un nuevo impulso al tambaleante proceso de paz

El presidente de Israel, Ezer Weizman, dio ayer un nuevo impulso al tambaleante proceso de paz en Oriente Próximo al recibir en su residencia privada de Cesarea, en la costa israelí, al presidente palestino, Yasir Arafat. Hace apenas dos semanas, los sangrientos enfrentamientos entre palestinos e israelíes, dejaron en punto muerto cualquier esperanza de paz. Nientras tanto, las negociaciones de Erez (en la frontera de Gaza) sobre las modalidades de la evacuación de las tropas israelíes de la ciudad cisjordana de Gaza siguen su curso por tercer día consecutivo.

Los buenos augurios para la paz parecen confirmarse también con la decisión de las autoridades israelíes de levantar parcialmente las restricciones de paso en las frontera de Gaza y Cisjornadia, para permitir que, 10.000 obreros palestinos puedan acudir a sus puestos de trabajo en Israel.Al mismo tiempo, la circulación de transportes con mercancías se reanudó ayer en el paso fronterizo de Karmi (Gaza), donde tanto policías palestinos como soldados israelíes patrullaban, de común acuerdo, sólo con armas cortas.

Este radical cambio en el conflicto palestino-israelí obedece sin duda al pragmatismo de los líderes de ambas partes, que han comprendido la urgencia de reanudar las negociaciones como la única salida para evitar un baño de sangre. "Para garantizar el futuro de nuestros hijos tenemos que volver a negociar y seguir dialogando sin cesar: no tenemos otra alternativa", proclamaba ayer el presidente de la Autoridad Nacional Palestina.

Arafat ha propuesto trasladar el escenario de las negociaciones al balneario israelí de Eliat o a su vecino egipcio de Taba, lejos de la mirada de los medios de comunicación, "para poder negociar sin interrupciones hasta que las divergencias hayan desaparecido y se puedan ofrecer soluciones aceptables para ambas partes". "Las conversaciones son el único medio de resolver nuestras diferencias, ya que estamos condenados a vivir juntos", advirtió Arafat.

El presidente de Israel, por su parte, destacó que el líder palestino se ha comprometido a desterrar cualquier fórma de violencia de la lucha política palestina. Weizman dijo incluso que Arafat estaba dispuesto a suscribir ese compromiso por escrito.

[El ex primer ministro israelí Isaac Shamir, a punto de cumplir 81 años, criticó ayer la entrevista entre Weizman y Arafat. "No conozco los detalles, pero no debería haberlo hecho", dijo a los periodistas refiriéndose a la invitación a Cesarea, informa Reuter.]

Weizman viajará la semana que viene a Egipto, invitado por el -presidente Hosni Mubarak, para contribuir a mejorar las tensas relaciones con El Cairo.

El primer ministro Benjamín Netanyahu afirmó ayer que su Gobierno respalda las iniciativas diplomáticas del presidente de Israel, y expresó su satisfacción por la reunión entre Weiznian Y Arafat, así como por la prevista visita del jefe del Estado a Egipto. "Nuestro presidente puede ser un puente para la paz", dijo Netanyahu. Weizman, a su vez, agradeció con ironía el cumplido del primer ministro: "Por supuesto que seré un puente,, una carretera, una escalera..., lo que sea necesario, al servicio del mejor entendimiento entre nuestros pueblos".

La intervención del jefe del Estado, un cargo meramente simbólco en Israel, en la política es un hecho sin precedentes, sobre todo teniendo en cuenta que Weizman ha recibido todas las bendiciones del Netanyahu. En cualquier caso, su actuación refleja claramente la gravedad de la situación.

Aislamiento internacional

Mientras tanto, el debate sobre política del Gobierno israelí en la Kneset (Parlamento) -prosigue en medio del enfrentamiento entre el nacionalista Netanyahu y su predecesor en el cargo, el laborista Simón Peres arremetió el lunes contra el primer ministro al acusarle de haber forzado el aislamiento internacional de Israel con la polémica apertura del túnel de la discordia en Jerusalén.Netanyahu, devolvió ayer la pelota al líder de la oposición al acusarle de haber sembrado la discordia entre la opinión pública internacional con sus críticas al Gobierno, mientras los soldados israelíes luchaban y caían heridos o muertos en cumplimiento de su deber patriótico.

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