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Veinte años de 'vendettas'

Enric González

La cuestión corsa es, desde hace 20 años, un problema que cada Gobierno francés hereda y que traspasa, ligeramente empeorado, al Ejecutivo que le sucede. El movimiento nacionalista de Córcega no sólo es fragmentario y muy minoritario en las urnas, sino que ha derivado hacia una constante lucha de clanes y una sucesión de vendettas personales. Los distintos grupos se acusan entre sí de extorsión y prácticas mafiosas.

El viejo Frente de Liberación Nacional de Córcega (FLNC) sufrió una primera escisión en 1989, al crearse Resistenza. Al año siguiente, una nueva escisión dividió el FLNC entre el llamado Canal Habitual y el Canal Histórico. Los habituales aprobaron en septiembre del año pasado un "documento de trabajo" que proponía la eliminación fisica de todos los históricos, pero en realidad son éstos los más radicales. El FLNC histórico y su vitrina legal, el movimiento A Cuncolta Naziunalista, parecen haber impuesto la fuerza de su armamento sobre una isla en la que abundan las armas y la confusión. La reivindicación de los históricos no es la independencia a cualquier precio: exigen la independencia, pero sólo en buenas condiciones económicas.

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Los terroristas gozan de una relativa impunidad, salvo cuando se matan entre sí, mientras jueces y policías se dicen "abandonados" por la autoridad republicana. El Gobierno de Juppé intentó aplicar la estrategia del palo y la zanahoria, trasladando los sumarios sobre terrorismo corso a París para evitar la presión local y, a la vez, ofreciendo negociaciones y concediendo un estatuto de zona franca a la isla. Hasta ahora, no ha habido resultados. Córcega sigue siendo una isla pobre.

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