Tensiones en torno al euro
Las buenas perspectivas de crecimiento que baraja el FMI para la UE han fomentado el optimismo sobre las posibilidades de éxito de la unión monetaria, en la que creen cada vez más los mercados financieros, como refleja la convergencia de los tipos de interés a largo plazo entre los posibles países participantes. Estados Unidos, escéptico hasta ahora sobre la capacidad de Los Quince de llevar a buen puerto este proyecto, ha expresado su deseo de reunirse con las autoridades económicas europeas para debatir el impacto posible del euro en los mercados de cambios.
El secretario del Tesoro estadounidense, Robert Rubin, manifestó su preocupación por la posibilidad de que una moneda común formada por economías con un historial inflacionista mucho peor que el de Alemania -como Italia, España o Portugal- resulte más débil que el marco y provoque una huída masiva de capital hacia el dólar, castigando así a las exportaciones estadounidenses.
El presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer, trató de calmar este temor al asegurar que los criterios de Maastricht (déficit, inflación, endeudamiento público, tipos de interés, y estabilidad cambiaria) se cumplirán de forma estricta. Esta afirmación tajante coincidió con las declaraciones del presidente francés, Jacques Chirac, sobre la incapacidad de Italia para entrar con el grupo de cabeza en la unión monetaria. Una valoración, matizada más tarde, que ha despertado el temor entre los Gobiernos del sur de Europa a que Alemania y Francia tengan una estrategia común para dificultar su acceso a la UEM desde el principio.
El ministro español de Economía, Rodrigo Rato, descartó esta posibilidad: "No creo que Francia y Alemania quieran ni puedan dejar fuera a los países que cumplan los criterios de Maastricht". Y, sin embargo, crece la opinión entre los expertos que habrá una fuerte discusión para decidir, en la primavera de 1998, los países que formarán parte de la UEM.
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