Secuencia de una polémica

La polémica levantada por el secretario general del PP y vicepresidente del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, por las acusaciones que dirigió contra Felipe González como responsable de los GAL -"fue terrorismo de bodeguilla", manifestó- ha revelado, cuando menos, la confusión de papeles del Ejecutivo y el partido de los nuevos gobernantes.

Cascos hizo su afirmación el domingo en un mitin en Mérida (Badajoz), dos días después de que el portavoz oficial del Gobierno, Miguel Ángel Rodríguez, criticara el hecho de que el caso GAL protagonizara la vida política española. El lunes, un portavoz oficial del Gobierno se desmarcaba de las declaraciones del vicepresidente, que fueron pronunciadas "en un acto del Partido Popular" y no del Ejecutivo. La línea oficial del Gobierno, recordaba ese día el portavoz oficial en La Moncloa, la ha establecido el presidente Aznar cuando afirma que son los tribunales los que tienen la palabra y que su posición reiterada es la de "pasar página" del episodio de los GAL.

El martes, Álvarez Cascos volvía a la carga y se ratificaba en sus manifestaciones del domingo. "Coinciden rigurosamente con la doctrina del partido", dijo en la SER. Y añadió: "Las palabras del discurso de Mérida son de Francisco Álvarez Cascos. La literatura la ha puesto Francisco Álvarez Cascos".

Con esta declaración, Cascos asumía la responsabilidad personal de sus palabras y la del partido, pero dejaba fuera de ellas al Gobierno. Sin embargo, ayer, fue el portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Rodríguez, quien saltó a la palestra para comprometer al Gobierno: "¿Cómo no va a compartir el Gobierno las declaraciones del vicepresidente?".

El presidente del Gobierno se ha mantenido absolutamente ajeno a la polémica.