Moneo tendrá que cambiar el color del Museo de Estocolmo
El color con el que deberá pintarse la fachada del Museo Moderno de Estocolmo es el último pequeño obstáculo que hay que sortear para que el nuevo edificio, construido según un proyecto del arquitecto español Rafael Moneo, pueda inaugurarse en la primavera del año próximo, según está previsto. Moneo había elegido un tono gris para la fachada, pero éste no ha contado con la aprobación unánime de las distintas autoridades de la ciudad que tienen competencia en el asunto, y el arquitecto ha acordado buscar uno más cálido.
Una de las voces discordantes es la de Barbro Noreson, vicepresidenta de la comisión de arquitectura, que piensa que el tono gris le daría al edificio una sensación de frialdad similar a la que produce una mole de hormigón. Preferiría, en cambio, un tono más vivo, postura en la que no está sola. Representantes de otros organismos con voz y voto en el asunto apoyan, en cambio, la elección de Moneo y otros piensan que debe dejarse a éste la decisión final. [También el color planteó un problema durante la rehabilitación del interior del Palacio de Villahermosa de Madrid para la colección Thyssen: Moneo prefería un gris neutro como fondo a los cuadros, pero prevaleció la inclinación de Carmen Cervera, mujer de Heinrich Thyssen, por un tono asalmonado].
Moneo realizó la semana pasada una rápida visita a Estocolmo para discutir el tema, y hubo acuerdo en que buscaría un color más cálido que modifique algo su propuesta inicial y contemple las objeciones formuladas.
En 1992 el proyecto del arquitecto español resultó triunfante en una competición con los más famosos arquitectos del mundo. Pero a partir de entonces hubo que vencer una serie de obstáculos de, tipo económico, estético y de ubicación para iniciar la construcción del edificio. El museo está emplazado en un lugar privilegiado de la ciudad, desde. el punto de vista de su entorno natural, y ello hace que se extremen las precauciones para la preservación de la armonía del conjunto. La obra ha sido estimada en unos 6.500 millones de pesetas.
Babelia
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