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Francia pone reclutas y contrata seguros para evitar la violencia escolar

Serias dudas sobre la eficacia del plan

"Asesinado por ser profesor". Así resumía una publicación sindical el estado de ánimo de los enseñantes ante la muerte de Michel Antoine, un profesor de inglés de Dax al que, a puñetazos, le quitó la vida un ex-alumno irritado. El drama ocurría en pleno agosto, durante las vacaciones. Luego ha llegado el comienzo de un nuevo curso y la puesta en práctica de las 19 medidas contra la violencia inventadas por François Bayrou, el ministro de Educación francés.Las medidas organizan tres grandes áreas: la primera se propone mejorar la formación de los profesores destinados a zonas conflictivas y dotar los centros de elementos suplementarios para luchar contra la violencia; la segunda trata de normas generales de funcionamiento interno y de mejorar la relación entre los centros y los padres; la tercera aborda cuestiones de arquitectura, urbanismo y de colaboración con otros ministerios.

El discurso que acompaña las 19 medidas es muy hermoso pero éstas han sido criticadas incluso por el presidente de la República, que teme estar "ante un enésimo plan sin efecto". En realidad las buenas intenciones se traducen en muy poca cosa: materialmente, en contratar a 250 personas más que hay que distribuir entre todos -173- los colegios o institutos situados en una ZEP (zona de educación prioritaria), y en poner a la disposición de éstos 2.200 reclutas para que refuercen la vigilancia.

Teléfono verde

Se crea también un teléfono verde al que se puede recurrir en caso de desesperación -los sindicatos han bautizado el servicio como "S.O.S, profesores en peligro"-, se intenta potenciar la estabilidad de los equipos educativos, reforzar el seguimiento de los alumnos que tienen graves dificultades para seguir el ritmo escolar y se crea la figura del "mediador" para que pueda dialogar con las familias cuyos padres hablan en su casa un idioma que no es el francés.

Para mejor comprender hasta qué punto la mayoría de las 19 medidas son nebulosas, lo mejor es descubrir el sentido de las que no lo son. En el caso del aumento de personal, los 250 nuevos contratados son 20 enfermeras, 20 asistentes sociales, 150 vigilantes, 50 consejeros en materia educativa y 10 consejeros de orientación que, repitámoslo, tienen que distribuírse entre 173 instituciones que, muy a menudo, acogen más de 2.000 alumnos.

La segunda medida concreta, y que explica a la perfección la confianza que se deposita en las restantes, es el nuevo contrato firmado por el ministerio con una compañía de seguros para que los bienes escolares degradados por los gamberros queden cubiertos al 100% por la póliza.

François Bayrou pretende que "la violencia es exterior a la escuela, un fenómeno que pro viene de la sociedad". Eric Debarbieux, autor de un contundente estudio sobre la cuestión, le responde en él implicitamente: ¿acaso la escuela no forma parte de la sociedad?. Lo cierto es que en los barrios en que hay más paro o más familias desintegradas también hay más vio lencia escolar. Y esta ha cambiado de sino: ya no basta con plantarle cara al profesor e in sultarle: en Villeneuve-la-Garenne el alumno resolvió sus di ferencias con la maestra arma do de un bate de beísbol.

Entre los 2.000 delitos conocidos ocurridos en 1995 en medio escolar francés, un 58% entran dentro del capítulo "violencia física", un 35% son etiquetados "agresión verbal", un 12% considerados "robo", un 6% "extorsión" y el 16% restante entra dentro del magma "degradación de bienes escolares". Si se profundiza un poco más se descubre que el porcentaje de "extorsiones" denunciado es bajísimo y que dentro de la "violencia física" también se encuentra la violencia sexual, con no menos de 36 violaciones.

Las encuestas realizadas entre alumnos y profesores al respecto prueban que un 36% admite que en los centros haya "bastante" o "mucha" violencia mientras que sólo un 18% dice no haber visto rastro de ella y un 43% considera que no es aún demasiado grave.

Habrá menos profesores

Para el ministerio de Educación francés, que el año que viene piensa suprimir 5.000 puestos de profesor, alegando estrictas razones demográficas, las 19 medidas son también su respuesta político -publicitaria ante la progresión del ultraderechista Front National, un partido con éxito entre los jóvenes y que aglutina una gran parte del voto "antisistema" que antes recaía en el Partido Comunista.

La escuela francesa, uno de los pilares de los valores republicanos, durante décadas capaz de servir de molde integrador o uniformizador -depende del punto de vista- para todos los inmigrados, está ahora atravesada por las mismas corrientes que van descohesionando la sociedad. El racismo y su otra cara, el comunitarismo, han hecho eclosión en ella.

De pronto, ya no todo el mundo es francés y se refiere "a nuestros antepasados los galos" sino que se prefiere ser black, beur, rital, keuf o lo que haga falta en referencia al color de la piel, al origen geográfico de los padres o a las convicciones religiosas.

El cemento unificador, esa escuela con su bac al final como sinónimo de trabajo seguro, se ha derrumbado. De ahí que muchos alumnos y profesores piensen que sólo la violencia es válida donde la violencia reina. Y, también, que el ministerio recurra a los reclutas y a las compañías de seguros. Y a la buena palabras, claro.

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