Azotadas en el Kabul de los talibanes las mujeres incorrectamente vestidas
La milicia Talibán, que el jueves pasado tomó Kabul, ha detenido su avance por el último tercio de Afganistán aún por conquistar para consolidar su dominio. En Kabul, mientras tanto, fueron azotadas ayer y devueltas a sus casas las primeras mujeres que salieron a la calle "incorrectamente vestidas". Los talibanes, además, ordenaron dejarse barba a todos los funcionarios públicos. Unos 250.000 kabulíes han reaccionado desde el miércoles a las nuevas órdenes talibanes con el éxodo de la capital hacia el norte de Afganistán, aún no conquistado por los ultraortodoxos.
Los talibanes se hicieron con la base aérea de Bagram, a 50 kilómetros de Kabul y, de momento, piensan establecer ahí su frontera. Las tropas leales al derrotado presidente Burhanudin Rabani se han replegado al noreste afgano, donde pretenden resistir. Precisamente en esa zona montañosa que bordea el valle del Panshir se formó la guerrilla del hombre fuerte de Rabani, el comandante Ahmed Sha Masud, conocido como El león del Panshir.Ayer también, se reabrió el aeropuerto internacional de Kabul, cerrado desde que hace un año sus instalaciones quedaran a tiro de los talibanes. El primero en aterrizar fue un avión de transporte fletado por la Cruz Roja Internacional, en el que viajaban 10 empleados de esta organización y periodistas. El segundo avión fue uno de la ONU en el que viajaba el enviado especial Norbert Holl, acompañado de una delegación en la que destacaba un representante de la Embajada británica en Pakistán.
Protesta de la ONU
El enviado de la ONU fue recibido por el mulá Baz Mohamed, miembro del Consejo (Gobierno de transición) talibán y el jefe de protocolo, mulá Hafizulá. Holl presentó una queja por el asalto de la misión de la ONU en Kabul y el linchamiento de los cuatro refugiados en esta: el expresidente procomunista Mohamed Najibulá, su hermano y dos consejeros. Sin embargo, según declaró el mismo Holl tras entrevistarse con el Consejo, que preside el mulá Mohamed Rabani, su "mensaje principal" fue una oferta de Naciones Unidas para "continuar el diálogo político y la cooperación con los talibanes".Tras la rápida reconstrucción de la pista del aeropuerto de Kabul y la reapertura también del de Bagram, los talibanes se esfuerzan por devolver la normalidad al país. El mercado central de Kabul abrió ayer sus puertas con un amplio abastecimiento de alimentos, cuyos precios bajaron hasta un 15%. El mayor descenso lo experimentó el combustible, un 35%. En cuanto a la moneda, el afgani, experimentó su primer alza en meses.Ajunzada Wakil, portavoz talibán en Kandahar, donde esta milicia ultraintegrista tiene su base operacional, indicó que, "una vez restablecido un sistema administrativo para restaurar el orden en todo el país", se procederá a elaborar un plan político. Wakil añadió que, por el momento, el Consejo talibán se dedicará a la reconstrucción del país, mientras las milicias defienden el control del territorio.
Tras subrayar la importancia de la "islamización completa de la sociedad" -se ha decretado pena de muerte para quienes cometan adulterio o beban alcohol, además de prohibir el trabajo a las mujeres y la asistencia a la escuela de las niñas- , Wakil subrayó que el nuevo régimen "no tolerará ninguna injerancia extranjera".
Fuentes talibanes volvieron a calificar de "criminales" al derrocado presidente Rabani, a Masud y al primer ministro, Gulbudin Hekmatiar, pero expresaron su voluntad de ponerse en contacto con el señor de la guerra y antiguo general del Ejército comunista Abdul Rashid Dostum, que controla las poderosas milicias de la minoría uzbeka del norte del país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.