Siete muertos en la Intifada contra Netanyahu
Sangriento levantamiento palestino contra la apertura de un pasadizo bajo la Explanada de las Mezquitas
El desencanto y la cólera contenida de los palestinos desde que Benjamín Netanyahu ganó las elecciones israelíes de mayo se desbordaron con la apertura de una nueva entrada al antiguo pasadizo que comunica el Muro de las Lamentaciones con la Vía Dolorosa, bajo la pared oeste de la Explanada de las Mezquitas. Cansados del bloqueo del proceso de paz y agobiados por la crisis económica y por los controles Israelíes, los jóvenes palestinos se lanzaron ayer a la calle con las únicas armas a su alcance: piedras. Fue un rebrote de la Intifada, un gesto de impotencia que se cobró la vida de al menos siete palestinos, tres de ellos policías, cuando las fuerzas de seguridad israelíes se enzarzaron en una batalla a tiros con la policía autónoma palestina, después de que los agentes palestinos trataran de proteger con sus armas a los jóvenes. Los heridos son más de 300, una docena de gravedad.
Las pedradas y botellazos de los jóvenes palestinos desembocaron pronto en una lucha sangrienta, especialmente en la ciudad cisjordana de Ramala, bajo control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Yasir Arafat. Los soldados israelíes abrieron fuego contra quienes les atacaban, lo que llevó a un agente palestino a responder también a tiros. A él se sumaron otros de la Fuerza 17, la guardia personal de Arafat, y así empezó la más seria batalla desde que Arafat llegara a Gaza en 1994. Fue un enfrentamiento semibélico que duró varias horas, con los israelíes tumbados y saltando en busca de mejor cobertura mientras los policías palestinos disparaban protegidos por muros y des: de los tejados. Tres agentes palestinos y un manifestante perdieron la vida en los choques. Hubo centenares de heridos, curiosos que jaleaban con enfebrecidos gritos patrióticos el desarrollo de la batalla. Los israelíes tuvieron al menos cinco heridos. También hubo enfrentamientos en Jerusalén Este y Belén."Creo que hemos vuelto a los días más duros de la Intifada", declaró un oficial israelí. La revuelta de las piedras (1987-1993), vista como la lucha de David contra Goliat, condujo a la negociación palestino-israelí y a los acuerdos de Oslo para establecer la autonomía palestina.
Precisamente, la organización extremista islámica Hamás hizo ayer un llamamiento a los palestinos para reanudar la revuelta. En un comunicado hecho público en Beirut, Hamás pide la "muerte de los acuerdos de Oslo" y el "fin de las negociaciones con Israel". "El único camino para defender los derechos de los palestinos es la Intifada", señala el texto, que considera la apertura del túnel como "un intento de asentar la hegemonía sionista en Jerusalén".
Continuar el proceso de paz
Abu Mazen, mano derecha de Arafat, trató, por el contrario de calmar los ánimos de los manifestantes. Durante la visita que realizó al alcalde de Tel Aviv, Roni Milo, declaró: "No queremos una nueva Intifada. Hemos iniciado un proceso de paz y hay que continuarlo". Pero con el práctico levantamiento de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, la ANP se vio obligada a cancelar la sesión de negociaciones con Israel sobre la extensión de la autonomía prevista para la jornada de hoy, que fue declarada de "duelo nacional" por las autoridades palestinas.
El ministro israelí de Exteriores, David Levy, también insistió ayer desde Nueva York en que el proceso de paz no ha retrocedido", aunque advirtió que Israel "tomará todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de sus ciudadanos".
En lo único, tal vez, en que coincidían anoche palestinos e israelíes era en que estas protestas fueron las más importantes desde que comenzó la autonomía palestina en mayo de 1994.
"El túnel de los asmoneos ha sido la gota que desbordó el vaso de la amargura y la frustración palestinas", dijeron fuentes de la ANP, cuyo presidente, Yasir Arafat, declaró que el pasadizo pone en peligro los cimientos de los santos lugares islámicos.
La violencia y la determinación de los jóvenes palestinos sorprendió a las autoridades israelíes, que esperaban una huelga general con mayor o menor seguimiento en las ciudades autónomas y algunas manifestaciones esporádicas. Pero la explosión de cólera anti israelí tanto en Ramala como en Jerusalén Este y Belén, donde también hubo decenas de heridos, desbordó, al parecer, a las fuerzas de seguridad que pidieron refuerzos al Ejército y a la guardia fronteriza.
"Una gran crisis"
"Ésta es una gran crisis entre israelíes y palestinos", declaró Arafat, a quien el Gobierno israelí acusa de "inflar" los hechos. "No se puede decir de ninguna manera que estas manifestaciones sean espontáneas", declaró un portavoz gubernamental israelí.
El Gabinete de coalición de conservadores y religiosos que gobierna Israel recibió de mal grado las palabras de Arafat del martes para convocar una huelga general en los territorios autónomos: "No podemos aceptar la continua judaización de Jerusalén Este, nuestra capital, ocupada por el Ejército israelí en junio de l967".
Moshé Katzav, primer ministro en funciones debido a la ausencia de Benjamín Netanyahu, de viaje por varias capitales de Europa, convocó a los ministros de Defensa, Isaac Mordejai, y de Seguridad Interior, Avigdor Kahalani, para examinar la situación, que anoche continuaba bastante tensa en la totalidad de los territorios ocupados, si bien las protestas habían descendido, considerablemente.
Mientras, Arafat apeló a la Liga Árabe y al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que "tome las medidas necesarias" tras la sangrienta represión de las protestas palestinas ante "una acción ilegal, una provocación" israelí. El representante palestino ante la ONU, Nase al Kidua, señaló que los hechos de ayer revelan "la urgencia" de que Naciones Unidas organice una discusión seria sobre la colonización de los territorios ocupados.
El Consejo de Seguridad lanzó anoche un llamamiento a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina para restablecer la calma y detener la violencia. En un comunicado similar, la Casa Blanca invitó a ambas partes a solucionar sus diferencias en la mesa de negociaciones".
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