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Leguineche gana el Espasa de Ensayo con una obra sobre niños en guerra Joaquín Araujo quedó finalista con un estudio ecológico

Amelia Castilla

Fue en el curso de una de las muchas guerras que le ha tocado cubrir como corresponsal cuando Manuel Leguineche (Guernica, 1941) descubrió que los niños podían ser más crueles que los adultos en la tortura física. Los niños como combatientes o como víctimas protagonizan Los ángeles perdidos, la última obra del periodista, con la que ayer ganó el premio Espasa de Ensayo. "Es el repaso de lo que yo he vivido y más que un ensayo la definiría como un reportaje", aseguró Leguineche al conocer el premio, dotado con 5 millones.

Como finalista de este premio quedó XXI. El siglo de la ecología. Para una cultura de la hospitalidad, de Joaquín Araujo. La obra, que tiene una dotación de dos millones de pesetas y que será publicada junto a la ganadora, se centra en los peligros de destrucción del medio ambiente y en la recuperación del sentido de la naturaleza. "El consumo como estilo de vida es uno de los responsables de las amenazas del planeta", aseguró Araujo, quien calificó XXI. El siglo de la ecología como una aproximación filosófica a la ecología.Leguineche, al que le gustaría saber todo lo que sabe Araujo sobre los árboles o los animales, negó que los corresponsales de guerra desarrollen "una piel de paquidermo que les impida llorar en los conflictos armados". Los ángeles perdidos es el resultado de muchas notas tomadas en las guerras que ha cubierto corno periodista en las últimas décadas, y que quedaron fuera de sus crónicas. Una escena, que presenció en 1971 con ocasión de la guerra de Bangladesh, en la que los niños bengalíes torturaban a prisioneros propakistaníes arrojándoles ladrillos hasta matarles o metiéndoles punzones por los oídos, se le quedó grabada en la cabeza, y fue la espita que desencadenó la obra.

Un título de película

El título de la obra ganadora del premio Espasa está sacado de la película del mismo nombre de Fred Zimmerman sobre los niños en los campos de exterminio nazi. "Aquella película me impresionó mucho. Los pequeños que salían de los campos de concentración no recordaban ni su nombre", aseguró. Los ángeles perdidos comienza con la historia de Igor, un niño de Sarajevo que no sabe ni quién es.

El ganador del Prernio Nacional de Periodismo en 1971 sostiene que las estadísticas -"dos millones de niños muertos en los dos últimos años en conflictos armados"- acaban embotando la capacidad de reflexión del que lee o escucha. El niño soldado, el terrorista, el utilizado como correo de la droga o el maltratado tienen un hueco en su libro. "El infierno de ser niño no se limita sólo al Tercer Mundo, también en las sociedades desarrolladas muchos sufren la falta de afecto".

Para el autor de El precio del paraíso los avances tecnológicos han ayudado, entre otras cosas, a que mueran más civiles. Leguineche, que siempre dice que la verdad es la primera víctima en todas las guerras, señaló ayer que "las mujeres y los niños son los principales afectados por los conflictos armados". Leguineche, que es autor de 20 libros, denunció que las armas modernas (Kalashnikov y M16, sobre todo), más ligeras, han favorecido la participación de los menores en las batallas. Entre las anécdotas que recoge Los ángeles perdidos hay una que demuestra el escaso valor de la vida infantil: "En Tailandia un tipo me ofreció a su hija por 2.000 pesetas hace un montón de años. Un periodista amigo me comentó que a él le habían ofrecido a otra por el mismo precio hace pocos días. No sólo persiste la esclavitud, sino que sobre ella no actúa ni la inflación.

Leguineche, que no quiso teorizar sobre la violencia, explicó que había recogido algunas ideas que Luis Rojas Marcos desarrollaba en Las semillas de la violencia, obra ganadora del premio el pasado año. El jurado que concedió el XIII Premio Espasa de Ensayo estuvo integrado por Pedro Laín Entralgo, Fernando Savater, Margarita Riviére, Amando de Miguel y Javier de Juan.

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