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Los kurdos de Barzani se distancian de Sadam

ENVIADO ESPECIAL Las palabras de cordialidad entre Irak y los guerrilleros de Miasud Barzani pierden abruptamente sentido en este desolado "puesto fronterizo" a las puertas de la ciudad de Dahuk, donde un enorme centinela del Partido Democrático de Kurdistán (PDK) se arregla la pistola al cinto y vocifera a todos los que se aproximan desde el sur: "Aquí no queremos a nadie que venga de Bagdad". La orden es precisa e inapelable: "¡Fuera. Largaos!". Los síntomas de que la luna de miel entre Sadam Husein y el PDK se aproxima aceleradamente a su fin comienzan a emerger con una potencia que ha sorprendido a Bagdad.

En teoría, los guerrilleros del PDK deberían estar agradecidos al Gobierno iraquí por el. decisivo apoyo que les brindó en la campaña contra sus rivales de la pro iraní Unión Patriótica de Kurdistán (UPK) de Jalal Talaban¡ que culminó con la captura de Arbil y Suleimaniya. Pero casi tres semanas después de esas operaciones del PDK, que Bagdad presentó victoriosamente como "la reconquista de Kurdistán", en lugar de gratitud lo que hay es abierta hostilidad kurda. En el lado iraquí crece la peocupación y la desconfianza. "Malditos sean. Les ayudamos con tanques y soldados y mira cómo nos pagan", masculló un funcionario del Gobierno iraquí que acompañaba a tres periodistas extranjeros en su vano intento por llegar a Dohuk.El tráfico en la recientemente reabierta carretera que une Mosul con Dohuk es limitado a pesar del levantamiento del bloqueo iraquí contra el Kurdistán impuesto hace cinco años y medio. Hace dos semanas, el Gobierno iraquí decretó una amnistía general para los kurdos y anunció la reapertura de caminos como un gesto de buena voluntad. Pero ésta se ha ido desvaneciendo con los días.

El principal factor del aparente estancamiento entre Bagdad y el PDK ha sido el inesperado giro que Barzani dió la semana pasada. Después de entrevistarse y fotografiarse sonriente al lado de Sadam. Husein, Barzani inició una serie de contactos con representantes del Gobierno norteamericano y autoridades turcas. Las sospechas iraquíes se agudizaron con motivo de la entrevista de Barzani con Robert Pelletreau, el enviado especial del Departamento de Estado que trata de alejar al PDK de Bagdad.

Poco se conoce de los planes de Barzani que, fiel a la tradición kurda, siempre ha mantenido el zigzagueo político a una velocidad vertiginosa. Pero su reunión con Pelletreau en Ankara y los contactos secretos con el Gobierno turco sugieren que el PDK está dispuesto a todo menos a aceptar la idea de una alianza exclusiva con Bagdad. Los kurdos se quejan de que Sadam Husein les ha maltratado durante demasiado tiempo. Pero tampoco olvidan que Estados Unidos les ha defraudado. Primero, cuando fueron instigados por Washington a alzarse contra Bagdad en 1991 para luego ser abandonados y quedar a merced de las implacables represalias de Bagdad. Más tarde, comprobaron que la implantación de la zona de exclusión aérea al norte del paralelo 36 y la puesta en marcha de un aparatoso mecanismo de ayuda humanitaria no les brindaron ni seguridad ni alivio real.

Barzani está jugando con fuego. Sus contactos con Estados Unidos son interpretados como un peligroso desplante a Sadam Husein, cuyos planes de extender su autoridad hacia el norte con la ayuda del PDK pueden quedar en nada si Barzani le da la espalda. Por otra parte, en Irak crece el recelo en tomo a los acuerdos a los que el PDK está discutiendo con Ankara. Según versiones procedentes de Turquía, el Gobierno de Ankara está tratando de convencer a Barzani de que se convierta en la fuerza de choque en la campaña contra los separatistas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) de Abdulá Ocalan. Según esas mismas fuentes, Ankara habría ofrecido a Irak anular su proyecto de establecer una zona de seguridad dentro del territorio iraquí a cambio de una acción combinada del PDK e Irak contra el PKK.Las razones de Barzani

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Cualquiera que sean las verdaderas intenciones de Barzani, lo que resulta evidente es que el PDK ha optado por mantener distancias con Bagdad. Quizá porque está a la espera de propuestas más atractivas o quizá porque necesita mostrar cierta independencia para que sus adversarios de la UPK no le acusen de traicionar a todo el pueblo kurdo al abrazar a sus verdugos de antaño. Barzani sabe, además, que debe mantener relaciones con Occidente ya que lo contrario supondría el fin de la ayuda humanitaria extranjera.

Como el puesto de control de Fayda se ha convertido en una especie de termómetro político, el primer resultado de un mayor enfriamiento entre Bagdad y el PDK podría ser la suspensión del intercambio comercial y del movimiento de personas entre el norte y el resto del país. "Espero que las cosas no lleguen a tanto", decía ayer una mujer kurda llamada Janum y que esperaba cruzar hacia Dahuk para visitar a familiares que no ha visto desde 1991. Un jovenzuelo kurdo que trataba de disimular un gran paquete de golosinas turcas de contrabando, declaró: "Si esto no llega a funcionar, no importa. Viviremos separados de Irak toda la vida". A poca distancia, soldados iraquíes descargaban un camión repleto de cajas de manzanas, melocotones y ciruelas de los valles del Kurdistán. Querían asegurarse que el PDK no está infiltrando armas y munición a Mosul. En sentido contrario viajaban convoyes de cisternas de gableo y camiones cargados de cemento y otros materiales de construcción. Eran la expresión más gráfica del ejercicio de relaciones públicas de Sadam y el empeño iraquí por conquistar la voluntad de los kurdos. Pasaban el puesto de control del PDK sin dificultad, porque todos los conductores eran kurdos y procedían de Dahuk.

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