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CEOE se descolgará del Pacto de Toledo si no incluye un recorte futuro de cuotas

La patronal CEOE no quiere pagar el coste político de quedar excluida del Pacto de Toledo, pero tampoco está dispuesta a suscribir un acuerdo muy oneroso para las empresas en los términos en que lo han redactado el Gobierno y los sindicatos. Ayer, quizá por última vez, la patronal dijo al Ejecutivo que se descolgará del pacto si éste no recoge un recorte futuro de las cotizaciones sociales. El ministro de Trabajo, Javier Arenas, desde Bruselas, se mostró cauto y guardó la euforia hasta que no logre el respaldo de la patronal.

Las conversaciones entre. la CEOE y Trabajo se suceden a ritmo vertiginoso tras el preacuerdo alcanzado el pasado viernes entre Javier Arenas y los líderes de CC OO y UGT, Antonio Gutiérrez y Cándido Méndez (véase EL PAÍS del sábado 21 de septiembre). Trabajo ha pedido tranquilidad a la patronal y le ha asegurado que el diálogo entre ambos sigue abierto. Incluso existe la posibilidad de que logren un pacto bipartito sobre financiación del sistema de Seguridad Social que no entre en contradicción con el suscrito con los sindicatos.Ese pacto intentaría paliar los tres grandes puntos que rechaza CEOE: que no se prevea un recorte de cuotas, que la cotización sea por salarios reales (destopes) y que el fondo de reserva no se destine a rebajar las cuotas. La fórmula que se baraja es incluir el compromiso de aplicar en el futuro una reducción de las cotizaciones sociales cuando el equilibrio financiero del sistema público lo permita. Asimismo, CEOE pretende introducir un calendario de financiación para acompasar la reducción de cuotas sociales al sobrecoste que supone para las empresas la paulatina cotización por salarios reales (el denominado destope). La patronal entiende de esa manera la recomendación 8ª del Pacto de Toledo, que contempla la reducción de cotizaciones como elemento dinamizador del empleo.

El destope de las bases de cotización es el punto del preacuerdo Gobierno-sindicatos -y del propio Pacto de Toledo- que despierta mayor rechazo por parte de los empresarios. Esa medida tiene un gran coste económico para algunas compañías, especialmente bancos, eléctricas y aquellas empresas cuyos trabajadores del grupo profesional 5 son en buena parternandos intermedios y especialistas con sueldos elevados. El destope paulatino hasta el año 2000 producirá un sobrecoste a las empresas de decenas de miles de millones de pesetas.

Los negociadores de CEOE se muestran escépticos ante la posibilidad de reconducir la negociación, pero ayer aseguraban tajantemente a EL PAÍS que, en los términos actuales, no pueden firmar un acuerdo.

El ministro de Trabajo, Javier Arenas, fue ayer muy parco en palabras y prudente en las formas a la hora de enjuiciar el acuerdo alcanzado el viernes con las cúpulas de Comisiones Obreras y UGT sobre la reforma del sistema de pensiones. Arenas, que el lunes estaba en Alemania y ayer asistió en Bruselas a un consejo de ministros europeos de Asuntos Sociales, matizó que el acuerdo debe aún ser ratificado por los órganos de dirección de ambos sindicatos y por la CEOE y no quiso cantar victoria. Temeroso, quizá, de que la publicación de la noticia por este diario el pasado sábado, pudiera provocar una reacción contraria en los bases sindicales y en la confederación de empresarios, el ministro se limitó a señalar que "es muy satisfactorio que podamos estar hablando de grandes líneas de acuerdo con los sindicatos".

Javier Arenas prefirió guardar la euforia para más adelante, cuando el acuerdo reciba el espaldarazo definitivo de UGT y CC OO y, sobre todo, de los empresarios agrupados en la CEOE, que pueden sentirse entre la espada y la pared al verse presionados a no romper la baraja cuando los sindicatos y el Gobierno ya se han puesto de acuerdo. Ayer el Pleno del Congreso aprobó por unanimidad instar al Gobierno, a propuesta de IU, a no adoptar ninguna medida restrictiva de las prestaciones sanitarias ni farmacéuticas mientras no terminen los trabajos de la comisión parlamentaria.

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