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Tribuna:LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA
Tribuna
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La UEM se lograra en el plazo previsto

Estamos más convencidos que nunca de que la Unión Monetaria Europea (UEM) se convertirá en un gran éxito, y tenemos puntos de vista comunes sobre todas las cuestiones importantes pendientes que deben resolverse previamente. La recuperación sostenida del crecimiento y los esfuerzos sin precedente llevados a cabo por nuestros dos gobiernos para reequilibrar las finanzas públicas permitirán que nuestros dos países cumplan los criterios de Maastricht y entren en la Unión Monetaria Europea el viernes 1 de enero de 1999.A lo largo de las últimas décadas, la evolución cíclica de la economía de Francia y la de Alemania se han hecho cada vez más similares. Las dos economías sólo han divergido en circunstancias excepcionales.

Tras la crisis de 1993, la recuperación sólida del crecimiento se vio obstaculizada por un inesperado aumento de los tipos de interés internacionales a largo plazo y por inoportunas fluctuaciones de los tipos de cambio. Una desaceleración pasajera en la fase temprana de una recuperación no tiene nada de particular. Ocurrió en 1977 y probablemente volvió a ocurrir a finales de 1995 y principios de 1996.

A finales de 1995, el crecimiento se interrumpió en ambos países. El esquema trimestral de crecimiento de cada país ha estado influido por factores especiales, pero la tendencia común subyacente a lo largo de la primera mitad del año fue una tasa de crecimiento del 1,5% respecto al año anterior. El ritmo de crecimiento debería acelerarse de nuevo a principios de 1997.

Hacía años que las condiciones en que operan nuestras economías no eran tan favorables. Los mercados de Asia, de Norteamérica y, cada vez más, los de Europa del Este marchan bien. Los tipos de cambio de las principales monedas son ahora más acordes con las cifras económicas fundamentales. Dentro de Europa, la inflación sigue bajo control y la combinación de políticas se ha reequilibrado considerablemente, con una reducción del déficit público y unas condiciones monetarias menos rigurosas.

Las economías francesa y alemana comparten en gran medida las mismas necesidades estructurales. El aumento del gasto público, ha supuesto una carga cada vez mayor para el crecimiento; la rigidez de los mercados de trabajo y los elevados costes laborales han constituido un obstáculo para la creación de empleo.

La situación del mercado laboral, que se refleja en unas cifras de paro inaceptables, sigue siendo nuestra principal preocupación. Se ha avanzado hacia una mayor flexibilidad y una reducción de los costes indirectos de la mano de obra. Se han puesto en práctica medidas concretas dirigidas a fomentar la creación de empleo.

En cuanto a las finanzas públicas, los políticos han comprendido que no pueden alimentar la actividad a corto plazo a expensas de las generaciones futuras.

Estamos convencidos de que no puede haber un crecimiento sólido ni una reducción del desempleo sin unas finanzas públicas saneadas.

Se ha invertido la anterior tendencia de crecimiento del déficit y de los pagos de intereses y este año se ha contenido el déficit Público y, tanto en Alemania como en Francia, quedará reducido hasta el nivel de Maastricht en 1997.

Se ha manifestado cierta preocupación por los posibles efectos negativos a corto plazo del atrincheramiento fiscal. Sin embargo, esas preocupaciones carecen de fundamento. La gente tiene que dejar de creer que el crecimiento del gasto público supone un estímulo para el crecimiento.

La consolidación fiscal ya se ha visto recompensada por una fuerte bajada de los tipos de interés a corto plazo, para beneficio inmediato y directo de los hogares y las empresas. Esto, a su vez, ha facilitado un mayor crecimiento.

La necesidad de disminuir la participación del sector público en nuestras economías ha inspirado e influido en los presupuestos de 1997. Estamos realizando unos esfuerzos sin precedente para reducir el gasto público. Esto permitirá a Francia y Alemania cumplir todos los criterios de convergencia impuestos por el Tratado de Maastricht, y entrar en la Unión Monetaria Europea en la fecha de su constitución.

Cuando el 1 de enero de 1999 se inicie la tercera fase de la UEM quedarán irrevocablemente fijandoslos tipos de cambio de las monedas de los Estados miembros de la UE que cumplan los criterios de Maastricht. Dichos Estados habrán sido seleccionados por el Consejo Europeo en 1998, en la ocasión más temprana posible. Sus economías harán logrado un aIto grado de convergencia sostenida. Francia y Alemania figurarán entre ellos. Confiamos en que esté con nosotros el mayor número posible de Estados miembros, y en que los demás se nos unan lo antes posible.

La Unión Monetaria completará un proceso que comenzó hace casi 40 años con el Tratado de Roma. Es el complemento lógico del mercado único, en el interior del cual se mueven libremente las personas, los bienes y los servicios y capitales. Evitará las fluctuaciones erráticas de los tipos de cambio que dificultan el buen funcionamiento del mercado único. La UEM se convertirá en el símbolo de la Unión Europea, en el resultado concreto de, la integración europea. La Unión Monetaria será la respuesta estratégica de Europa a la mundialización de los mercados financieros.

En los últimos 18 meses se han producido, avances importantes. en la preparación de la tercera fase de la UEM. En Madrid, a finales de 1995, los jefes de Estado y de Gobierno acordaron el escenario del cambio. En el 2002, como muy tarde, se introducirán billetes y monedas y se retirarán las divisas nacionales. El euro será el único medio de transacción para millones de consumidores y empresas de toda Europa.

Desde la reunión de Madrid hemos trabajado en otras cuestiones importantes, como la preparación para el cambio de las administraciones públicas, las empresas y las entidades financieras. Esto ayudará a construir un marco claro y visible para una buena gestión del periodo de transición entre la fijación irrevocable de los tipos de cambio -el 1 de enero de 1999- y la introducción de billetes y monedas, como muy tarde el 1 de enero del 2002.

A finales de este año, el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas habrá completado su trabajo técnico de preparación del marco legal del euro.

El éxito de la Unión Monetaria exige un compromiso, firme con la estabilidad fiscal. Este es un interés común de todos los Estados miembros participantes porque es una de las condiciones cruciales para la estabilidad interior y exterior del euro. Esta preocupación inspiró la propuesta alemana por un pacto de estabilidad en Europa, una propuesta plenamente apoyada por el Gobierno francés y respaldada por todos los Estados miembros.

El Consejo Europeo de Florencia reconoció que la Unión Monetaria debe basarse en una estricta disciplina presupuestaria con carácter duradero, y que todos los Estados miembros deben tener como objetivo lograr a medio plazo una posición presupuestaria cercana al equilibrio o con superábit. El valor de referencia del 3% seguirá siendo el límite superior para el déficit público después de la introducción del euro, previéndose un margen de seguridad para que los estabilizadores automáticos funcionen en caso necesario.

Además, el Consejo Europeo ha hecho un llamamiento a reforzar y simplificar el procedimiento de déficit excesivo con el fin de definir algunos términos del Tratado, establecer plazos estrictos y especificar las sanciones previstas en el Tratado en caso de que se supere el techo del 3%. Un Consejo de Estabilidad Europeo podría reunirse con carácter informal para controlar la puesta en práctica del pacto de estabilidad y permitir una discusión periódica de la situación macroeconómica.

Aunque se garantizará la soberanía nacional en el diseño y ejecución de la política fiscal, todas estas disposiciones harán que los Estados miembros participantes practiquen de forma activa y permanente una política fiscal sólida. Esto va en interés de cada uno de los Estados miembros, además de ir en interés de Europa en su conjunto. Con ello se creará el entorno necesario para el crecimiento y la generación de empleo sostenidos y no inflacionarios.

El éxito inicial del euro también exige mantener la estabilidad de los tipos de cambio como uno de los principales objetivos de la política económica dentro de la Unión Europea. La estabilidad, de los tipos de cambio en Europa ha sido uno de los componentes clave de nuestra estrategia económica, y seguirá siéndolo en el futuro en relación con los países de la UE que no participen desde el inicio en la UEM.

El buen funcionamiento del mercado único no puede verse amenazado por una falta de alineamiento de los tipos de cambio o por unas fluctuaciones excesivas entre el euro y otras divisas de la UE.

La convergencia duradera de las cifras económicas fundamentales sigue siendo el requisito previo para una estabilidad sostenida de los tipos de cambio. Eso exige una política monetaria disciplinaria y responsable en todos los países europeos, dirigida hacia la estabilidad de los precios.

Por consiguiente, la coordinación de las políticas monetarias en el marco del Consejo General del Banco Central Europeo desempeñará un papel básico. El control multilateral comunitario incluirá el seguimiento de la evolución de los tipos de cambio, y habrá que contemplar sistemas para evitar fluctuaciones excesivas.

No cabe duda de que los ministros de Finanzas desempeñarán un papel importante en este proceso.Más en general, los gobiernos de los Estados miembros deberán colaborar más estrechamente y discutir sus opiniones sobre la situación económica actual y las respuestas políticas apropiadas. Esto podría hacerse dentro de un consejo de estabilidad informal. Además, el nuevo mecanismo de tipos de cambio fomentará la convergencia entre los Estados miembros que no participen en la moneda única.

son ministros de Finanzas de Alemania y Francia, respectivamente.

La consolidación fiscal se ha visto recompensada por una fuerte bajada de tipos.

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