Ezio Manzini explica cómo reducir el consumo sin perder el bienestar

La tierra tiene unos recursos limitados, y de seguir con el aumento actual del ritmo de consumo la situación acabará en catástrofe. Eso parece obvio. Ya no lo es tanto la propuesta del arquitecto italia no Ezio Manzini, para quien el mejor sueño de futuro pasa por realizar una transformación dulce hacia una economía sostenible que reduzca el consumo en un 90% sin sacrificar el bienestar. Manzini expuso sus teorías ante los más de 400 profesionales que asisten al I Congreso Europeo de Arquitectos de Interior, que ayer se inauguró en Barcelona.

Manzini no es un ingenuo. Sabe que hay muchos futuros posibles, pero considera que "aunque sólo haya un 1% de posibilidad de éxito, tenemos que trabajar para conseguir una transformación dulce hacia la economía, sostenible". Otros caminos no parecen tan deseables. No, lo sería una sociedad en la que el consumo fuera privilegio de una minoría selecta -"hasta qué altura habría que levantar las murallas para salvaguardar estos privilegios"-; no lo serían las catástrofes que podría provocar la explotación incontrolada de recursos; y no lo sería una dictadura de tecnoecologistas que paralizaran el consumo a golpes de decreto.

"La mejor de las soluciones pasa por lograr que la gente cambie por iniciativa propia, porque decida que reducir el consumo mejora su bienestar", señala Manzini. La revolución de las tecnologías de la información, los cambios de hábitos culturales y sociales de los consumidores, modificaciones legislativas que responsabilicen a las empresas del impacto en el medio ambiente y el diseño imaginativo de nuevas formas de relacionamos con el entorno apartado en el que el trabajo de diseñadores, interioristas y arquitectos es fundamental- pueden ayudar, a juicio de Manzini, *a conseguir esta transformación dulce. Aboga, por ejemplo, por el diseño de servicios antes que por el de productos. Es decir, el negocio ya no sería vender un producto material, sino ofrecer un servicio que ofrece las mismas o mejores prestaciones que aquél. "Un ejemplo típico es el de la lavadora única o compartida", señala. "Ahora seguramente la gente prefiere tener su propia lavadora, pero si en lugar de las lavanderías actuales diseñamos un servicio de lavadorascomunitarias en un espacio que al mismo tiempo ofrece la posibilidad de ir de compras o al cine, etcétera..., puede resultar algo apetecible para mucha gente".

Manzini cree que los países más avanzados en estos asuntos son Alemania y los países escandinavos. En su opinión, la ecología no es una moda. "Hablar de ella puede estar de moda, pero, tanto si se habla como si no, el problema seguirá existiendo", asegura. Y tampoco acepta la crítica de que es la mala conciencia de los países ricos, principales responsables de la destrucción medioambiental, la que intenta imponerse a los países menos desarrollados. "Esto es una especie de criptorracismo. ¿Por qué pensamos que la gente de los países pobres es tonta? También ellos saben que la cuestión del medio ambiente es un problema y pueden saltarse perfectamente un paso y buscar directamente la economía sostenible".