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Un porvenir bajo los árboles

Treinta ex toxicómanos cuidan el parque del Oeste con contrato municipal

BEGOÑA AGUIRRE Buscan una oportunidad entre semillas, mangueras y palas. Los árboles del parque del Oeste son testigos de los esfuerzos diarios de 30 ex toxicómanos que desde el 8 de julio se afanan en el cuidado de esta zona verde con un contrato municipal de seis meses de duración.

"Su trabajo consiste en ayudar a los jardineros veteranos en la limpieza, perfilado, riego y embellecimiento de esta arboleda. Pero la tarea más ardua es enderezar su propia vida tras largos periodos de dependencia de las drogas. Todos esperan que este tajo, por el que cobran 69.000 pesetas mensuales, les abra puertas para salir adelante. Tiran de los aperos con ilusión y están convenciendo a los responsables municipales de que no han errado en los fichajes.

"Estoy contento con este contrato, pero, sobre todo, me siento satisfecho de mí mismo, porque al final, tras muchos intentos, estoy limpio". Así se expresa Jaime, vecino de Tetuán, de 23 años que lleva casi dos libre de las drogas a las que se enganchó de adolescente.

Ahora estudia segundo de BUP, vive con sus padres y, en libertad condicional, está a punto de saldar algunos problemas con la justicia heredados de su época negra. Este trabajo le aporta un dinero para apuntalar su nueva vida. "Lo malo es que sean sólo seis meses, tenía que durar al menos un año", apunta.

Ana, de 33 años, una de las siete mujeres del grupo, se alegra de tener el día ocupado en una actividad con la que aprende un oficio y obtiene unos ingresos para cuidar de su hija. Siendo veinteañera colgó los estudios universitarios por la heroína. Hace dos años dejó la compañía de las papelinas. El proyecto no pretende resolver la vida de estos ex drogodependientes. Pero sí echarles un cable ofreciéndoles una formación remunerada y la posibilidad de foguearse, de nuevo, o por vez primera, en el mundo laboral. Al menos la mitad de los participantes, con una media, de edad de 30 años, nunca tuvieron hábitos laborales. Para quienes están más habituados a la disciplina de un trabajo esta experiencia puede servirle de currículo en la búsqueda de empleo.

La iniciativa cuesta 26 millones de pesetas, 20 los aporta el Instituto -Nacional de Empleo (Inem) y seis, el Instituto Municipal para el Empleo y la Formación Empresarial (IMEFE).

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Todos los participantes fueron seleccionados por los Centros de Atención a Drogodependientes (CAD) municipales que eligieron a usuarios con al menos seis meses de abstinencia y en condiciones de enfrentarse a un trabajo.

Ángel, un vallecano de 34 años, drogodependiente durante década y media, no necesita que le enseñen a ser obrero. Pero valora tener un empleo. Aunque a veces, en esta arboleda, lugar habitual de prostitución y consumo de drogas, rememore situaciones que él y sus compañeros han dejado atrás.

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