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La promiscuidad masculina se revela como un factor de riesgo para el cáncer de útero

La infección por el papiloma humano se transmite por vía sexual

Milagros Pérez Oliva

La lesión que produce el cáncer de cuello de útero en las mujeres es una enfermedad venérea y la promiscuidad incrementa el riesgo de que se desencadene el proceso oncológico, según ha revelado un estudio publicado por el Journal National Cancer Institute de Estados Unidos, cuyos autores son el epidemiólogo español Xavier Bosch, del Instituto Catalán de Oncología, y Nubia Muñoz, de Colombia. La investigación ha demostrado que el papiloma está presente también en los órganos genitales masculinos y que se transmite en el acto sexual. En estos momentos, el test Papanicolau que se realiza durante las revisiones ginecológicas permite diagnosticar este cáncer cuando la lesión es todavía incipiente, pero en la mayor parte de los países subdesarrollados, donde la incidencia del tumor es mucho mayor, las mujeres no tienen acceso ni a las pruebas ni a los tratamientos posteriores. La certeza de que se trata de una infección venérea plantea la necesidad de prevenirla con medidas de protección sexual, básicamente el uso de preservativo. Todos los años se diagnostican en el mundo más de 500.000 casos de cáncer de cuello de útero, el 80% de ellos en países subdesarrollados. En España la incidencia es de 8 casos anuales por cada 100.000 mujeres.Estudios anteriores realizados por el mismo equipo habían permitido demostrar que este tumor está causado por un virus, el papiloma humano. Y se sospechaba que los hombres podían ser portadores. Ahora se ha confirmado. Y también se ha confirmado que si la conducta sexual del hombre es promiscua o recurre con frecuencia a la prostitución, el riesgo de cáncer aumenta.

Concretamente se ha demostrado, según Xavier Bosch, que aparte del riesgo de transmitir la infección a su pareja, la presencia del virus en el pene del hombre aumenta entre 5 y 9 veces el riesgo de que la mujer desarrolle cáncer de útero, y que esa proporción se incrementa si el hombre tiene además relaciones con prostitutas. "De hecho, las prostitutas constituyen un reservorio, un foco de expansión del virus", indica el epidemiólogo.

No se sabe, sin embargo, por qué razón la presencia del virus en el hombre aumenta el riesgo de que la infección derive en la mujer hacia un cáncer. "Habrá que realizar nuevos estudios para aclarar esta cuestión", añade Bosch.

El hecho de que una mujer sufra cáncer de cuello de útero no debe llevar, sin embargo, a conclusiones precipitadas respecto a su conducta sexual o la de su pareja o parejas porque la lesión cancerígena suele aparecer hasta 15 o 20 años después de haberse producido la infección por el papiloma.

La comparación de los datos epidemiológicos de España y Colombia ofrece conclusiones significativas. La diferencia de patrones sexuales comporta una mayor incidencia del cáncer de cuello uterino en el país suramericano. Xavier Bosch recuerda que el cáncer de útero que ahora se diagnostica corresponde a infecciones de hace 20 o más años y, por tanto, a patrones sexuales de hace varias décadas.

En aquel tiempo, el patrón sexual predominante en España estaba constituido por una mujer monógama y un hombre no promiscuo, que recurría con cierta frecuencia a la prostitución. El resultado es que la incidencia de este cáncer en España es relativamente baja. En Colombia, en, cambio, el patrón sexual muestra una alta promiscuidad, especialmente entre los hombres, y también un mayor recurso a la prostitución; de ahí la mayor incidencia del cáncer de cuello de útero.

"Hasta que no dispongamos de vacunas contra el virus del papiloma, la prevención debe centrarse en promover relaciones sexuales seguras y seguir realizando de forma periódica citologías que permitan diagnosticar precozmente las posibles lesiones cancerígenas", concluye Xavier Bosch.

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