Referéndum
La desarticulación del comando Rodríguez Ibarra para el estallido de referéndum priva a este país, una vez más, de una ocasión de entretenerse y acrecentar, a la vez, el número de sus fiestas locales, regionales, autonómicas y del acervo patrio en general, que tanto contribuyen a potenciar nuestra idiosincrasia y a sacar del baúl de los amnésicos, cada dos por tres, las diferentes modalidades de traje regional de las que podemos vanagloriarnos. Ahora que, me temo, vamos a perder definitivamente el mito Induráin -aunque su regreso al planeta de los hombres ha dado origen a un nuevo y estimable género de periodismo, el de la entrevista con vaselina y dodotis al servicio de la sensibilidad del artista no estaría de más empezar a buscar sucedáneos.Por eso a mí lo del referéndum me parecía muy bien, aunque uno solo como que sabe a poco. En Italia son muy aficionados, aunque es cierto que a rachas: lo mismo se pasan un mes dale que te pego que no se vuelven a acordar en unos años. Pero semejante defecto, la inconsistencia, no es algo que nos caracterice a nosotros, capaces de machacar y machacar en lo mismo hasta que. la muerte nos separe. Qué bonito: hoy, un referéndum por un quítame estas pajas; mañana, otro, por pónmelas no sé dónde, y sin darnos cuenta podríamos organizar un concurso de Mis Referéndums Inolvidables, institucionalizar el Día del Referéndum Que No Cesa, y hasta descubrir, gracias a ello, nuevos valores, que podrían darse a conocer en un programa de televisión tipo Mamá, quiero ser referendumista. Asimilada la lección del de la OTAN, que ya ven para qué sirvió, y, me temo, habría servido para lo mismo si el resultado hubiera sido el opuesto, nada más conveniente que convertir el espejismo de la manifestación popular en una nueva oportunidad de holganza.
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