Una nueva relación atlántica

,Síntoma claro de la decadencia de un poder imperial es que se vea obligado a formular públicamente deseos y advertencias -un poder incólume consigue se haga su voluntad, antes incluso de expresarla- máxime cuando para ello tiene . que recurrir a leyes que los Estados a los que se trata de imponerlas recusan alegando extraterritorialidad, y llegan incluso a amenazar con aplicar medidas del mismo tenor. Cuando a un poder imperial se le puede recordar públicamente los principios más elementales del derecho es señal inequívoca de que ya no ejerce de tal.Estados Unidos no dispone de medios para obligar a sus aliados europeos a desplegar una política común frente a Cuba, Libia o Irán, hecho tanto más sorprendente, cuando todavía en 1991 contra Irak pudo imponer su voluntad. En su último ataque militar a Irak, el pasado 3 de septiembre, Estados Unidos no ha contado con el apoyo de las, Naciones Unidas -dos miembros del Consejo de Seguridad, Rusia y China, lo han rechazado- ni siquiere con el de los europeos: Francia lo ha condenado y los demas países, con las consabidas excepciones, no han mostrado demasiado entusiasmo. Los hechos son de tal calibre y marcan tan claramente los cambios acaecidos en el escenario internacional en este último lustro que bien vale una brevísima reflexión.

Habrá que empezar por colocar en un casillero aparte el caso de Cuba, en el fondo, una cuestión de política interna, debida a la presión de los exilados cubanos, con una dimensión coyuntural muy marcada en vísperas de elecciones presidenciales. Con todo, no deja de ser significativo, aunque al final haya fracasado, el que la Comisión Europea haya buscado una solución negociada a la ineluctable transición democrática de Cuba. Los europeos, abiertos a todas las formas de colaboración con la potencia hegemónica, no están, sin embargo, dispuestos a dejar que Estados Unidos sea la única potencia actuante en el Caribe. Hace mucho tiempo que murió la doctrina Monroe. La contribución de Europa a la pacificación de América Central inauguró una nueva época en la región, que se ha distinguido hasta ahora por haber modificado sustancialmente las relaciones de Estados Unidos con las repúblicas centroamericanas

De mucho mayor alcance, y con consecuencias mucho más graves, es la política que se siga ante Irán, tanto por encontrarse en una región estratégica de suma importancia por sus recursos petrolíferos, Como por el hecho de que en este país la política norteamericana ya ha fracasado en los más variados intentos: durante demasiado tiempo se apoyo exclusivamente en el sha; luego, favoreció el integrismo religioso como forma de cortar el paso a los comunistas; para terminar sosteniendo a Irak en su larga guerra contra un Irán fundamentalista. Ahora se teme la colaboración de Irak con Irán para buscar una solución conjunta a la cuestión kurda, que podría incluso contar con el apoyo de Turquía. Los países comunitarios, a la cabeza Alemania, no pueden permitirse el lujo de romper con un país, exporta dor de petróleo e importador de productos industriales de alta tecnología, que se quiera o no, ha de desempeñar un papel decisivo en una región no menos crucial. En principio, los intereses y objetivos políticos de los europeos coinciden con los norteamericanos, pero esta coincidencia invita a la colaboración, en ningún caso a la sumisión, sobre todo porque con políticas alternativas cabe un mejor acoplamiento a circunstancias tan fluidas. Dos cuestiones básicas y, en el fondo estrechamente relacionadas entre sí, se desprenden del declive de la hegemonía norteamericana, tanto más clara, cuanto mayor es su fervor bélico: Europa, tal como prevé el Tratado de la Unión, necesita con la mayor urgencia una política exterior común; hay que reelaborar a la altura de nuestro tiempo las relaciones de Europa con Estados Unidos, conscientes de la importancia que tienen para ambas ' partes, pero únicamente si se establecen en un plano de igualdad.