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Juan Pablo II y la jerarquía eclesiástica de Polonia critican duramente la liberalización del aborto

Juan Pablo II, con la voz temblorosa, por la emoción, lanzó ayer un duro ataque contra la nueva ley de aborto aprobada en su nativa Polonia. "Una nación que mata a sus propios hijos es una nación sin futuro", dijo el Pontífice durante un mensaje dirigido a los fieles en su residencia de verano del sur de Roma.El viernes, horas después de que el Parlamento polaco aprobara la nueva ley, el Papa había calificado el aborto como un "crimen terrible". Pese a la intensa campaña de la iglesia católica y sus aliados, el Parlamento polaco, controlado por la izquierda, aprobó por 208 votos a favor, 61 en contra y 15 abstenciones las enmiendas a la estricta ley del aborto promulgada en 1993. Con la nueva norma, las mujeres polacas podrán acudir al aborto legal alegando razones personales o económicas, siempre que el embarazo no haya sobrepasado la décimo segunda semana de gestación.

La antigua ley, promulgada bajo un gobierno de centroderecha y tras una intensísima campaña a de la iglesia católica polaca, permitía los abortos sólo en aquellos casos en los que el embarazo amenace la vida o la salud de la madre, cuando dicho embarazo sea consecuencia de una violación o cuando el feto sufra daños irreparables.

Las duras crítica del Papa a la nueva ley, que cuenta con un amplio respaldo social, según las encuestas difundidas en Polonia recientemente, fueron leídas ayer, además, ante miles de peregrinos llegados al santuario mariano de Jasna Gora, en Polonia, con motivo de la fiesta de la cosecha. Los medios periodísticos polacos han recogido ampliamente la reacción de Juan Pablo II a la decisión parlamentaria, así como la de los jerarcas polacos. El cardenal Jozef Glemp, primado de la iglesia, definió en Lublín la liberalización del aborto como "un reto a la fé" y "un acto de hostilidad hacia los devotos de la Vírgen María y creyentes de Jesucristo". Añadió Glemp que el comportamiento del Parlamento demuestra que, por un lado, "el poder emborracha" y, por otro, "no se conocen bien las enseñanzas de la iglesia".

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