Sin novedad en La Alhóndiga
El polémico centro de toxicómanos de Getafe abre sin que los vecinos lo noten
La Alhóndiga, barrio obrero por antonomasia de Getafe (144.600 habitantes), respira tranquilidad bajo el sopor del estío. Su lugar de encuentro más emblemático, la plaza de Juan Vergara, es, en este agosto amodorrado, un enclave anodino y semidesértico. Nada permite inferir que este punto de la ciudad que fue durante el pasado invierno el epicentro de una de las protestas vecinales más sonadas de la historia local reciente: las movilizaciones contra un centro de atención a toxicómanos, que centenares de getafenses creían peligroso para sus hijos y su propia convivencia. El centro lleva ya funcionando cerca de un mes, aunque ni sus vecinos más cercanos se hayan percatado.No ha habido inauguraciones, comitivas ni fastos. El Ayuntamiento ha aprovechado el sosiego canicular para poner en marcha un edificio que provocó cuatro agotadores meses de manifestaciones diarias, cortes de tráfico, apedreamientos, algaradas e inquietantes llamadas anónimas, a horas intempestivas, a algún que otro concejal.Este periódico no encontró ayer a un solo vecino de La Alhóndiga que ignorara el significado de las siglas CAD (Centro de Atención al Drogodependiente), pero tampoco dio con ningún getafense que supiera que las instalaciones ya habían echado a andar. "El CAD es ése de allí", apuntaba Guillermo, de 21 años, con ademán seguro. ¿Sabe si lo han abierto ya?, se le preguntó. "Nooo. De momento sólo hay otras dependencias municipales, como las del padrón". Sin embargo, las pasadas protestas, cargadas de furia y temor, sí han dejado alguna huella en la barriada. Una mujer de 32 años, que paseaba con un niño en brazos, se confesaba ayer "partidaria" del centro, pero no quiso que se publicara su nombre. Muy al contrario, un habitual de las manifestaciones contra el centro no tuvo el menor reparo en facilitar su filiación completa: José Antonio Fernández, también de 32 años. Fernández se jactó de conseguir "retrasar la apertura del centro", y admitió: "Si lo sé no me habría comprado casa aquí". Señalaba al complejo Atenea, una urbanización de pisos "buenos, majetes y bastante caros". "En la plaza juegan muchos niños", añadió, "y, desde luego, cuando abran el CAD me buscaré otro parque para mi hijo". En el centro de la discordia son atendidos 125 jóvenes, 65 en el programa libre de drogas y el resto en el de metadona. El nuevo inmueble ha permitido echar el cierre al CAD de la calle de la Magdalena, un lóbrego piso. Abajo, en Juan Vergara, las horas transcurren insípidas. El Ayuntamiento ha ajardinado algunas parcelas de la plaza: los rosales andan ya mortecinos, el césped amarillea y, en cambio, botes, botellas y envoltorios florecen con insólita facilidad. Definitivamente, pocas cosas parecen haber cambiado en La Alhóndiga, barrio obrero.
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