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FERIA DE BILBAO

El toro lelo

Se lidió el toro lelo.Que lidiaran el toro lelo es un decir. En realidad, lo que apareció por los chiqueros era un especimen gordito que tenía cierto parecido con el toro de lidia, pegaba una carrera, se caía al tomar los capotes que le presentaban los diestros, recibía un puyacito, se volvía a caer, aceptaba resignadamente que le prendieran unas banderillas y se quedaba pasmado. Entonces los diestros aludidos le daban unos pases, moría el especimen no se sabe si de estocada, de agotamiento o de disgusto, y aquí paz, después gloria.

Y a cobrar, que es lo bueno.Cobrar seguro, a buen dinero y encima darse aires de figura es lo que justifica al toro lelo.

Con el toro lelo en plaza las figuras pueden torear cien corridas, hacerse millonarias, coger lustre, sobornar a quien haga falta, depravar el oficio; y, por cuatro chavos más -a veces basta una mariscada- llevar una corte de aduladores que las canten gestas, las proclamen toreros de época y de paso añadan que Joselito y Belmonte, a su lado, eran unos pobres de pedir.

Domecq / Manzanares, Rincón, Joselito

Toros de Juan Pedro Domecq, impresentables: sin trapío, inválidos y aborregados. Manzanares: bajonazo descarado, descabello y se tumba el toro (silencio); dos pinchazos, media y tres descabellos (silencio). César Rincón: dos pinchazos -aviso- y descabello (silencio); pinchazo y estocada caída (vuelta). Joselito: estocada caída y rueda de peones (ovación y salida al tercio); estocada ladeada y rueda de peones (ovación y salida al tercio).Plaza de Vista Alegre, 19 de agosto. 3a corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

El toro lelo es lo que les conviene a los tres figurones de ese circo patético que montaron ayer en la plaza de Bilbao, a los que aún están por venir, a su corte de aduladores y a ese contubernio de taurinos que pretende controlar la fiesta.

El toro lelo ha tomado carta de naturaleza en España y es ya una institución, como el perro del hortelano, la burra de Balam, el buey Apis, la gallina piruleta.

De todos los mencionados, a lo que más se parece el toro lelo es a la gallina piruleta. No tan fiero. Pero si pusieran juntos al toro que torean las figuras y a la gallina, uno no sabría precisar cual de los dos le llegaría a infundir mayor respeto.

Hay toros y toros, naturalmente, como hay gallinas y gallinas. Y determinadas figuras, con el apoyo de sus gacetilleros áulicos, se valen de esta diversidad para utilizar un ingenioso truco: permiten que los toros legales, los toros verdaderamente peligrosos y auténticos, se los echen a los toreros modestos, con lo cual les condenan a permanecer indefinidamente en el escalafón de los marginados; y si por una siniestra pirueta de la fortuna sobreviene la desgracia, les sirve para legitimar su condición de figuras.

El domingo ocurrió esa desgracia: un serio, cuajado, astifino, íntegro toro de Palha le pegó un cornadón tremendo al torero modesto Pepe Luis Martín, y a los aduladores sopistas les faltó tiempo para echarse las manos a la cabeza, exigir un respeto a las figuras, proclamar los enormes riesgos que corren toreando el toro lelo.

Tontos hay en todas partes, con especial incidencia en el mundo taurino -donde llegan a formar multitud- si bien la demagógica argumentación es demasiado estrafalaria para que pase inadvertida. El toro Palha que torearon el domingo los modestos y el toro lelo que torearon el lunes las figuras no tenían nada que ver. Llega a salir el toro Palha el lunes, y a lo mejor a las figuras les da un soponcio; llega a salir el toro lelo el domingo y los modestos se lo comen con patatas.

Las figuras, al toro lelo del lunes -primer día grande del Aste Nagusía y de la octava del 6-1 en San Mamés, festividad de san Juan Eudes presbíterono le dieron ni un pase digno de tal nombre. Las figuras, al toro lelo ni lo lidiaron, ni le hicieron bonitas las suertes. Las figuras se limitaron a poner posturas flamencas, aburrieron al personal, cobraron fuerte y se marcharon a dar en otra parte el timo de la estampita.

El toro lelo es, para las figuras, la piedra filosofal.

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