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"Bailar es un trabajo duro que no deja espacio al divismo"

Carla Fracci la bailarina italiana de relieve universal, cumple 60 años subida en el escenario. Del 7 al 11 de este mes ha interpretado Antonio y Cleopatra con música de Sergei Prokofiev y dirección de su marido, Beppe Menegatti, en el Teatro Romano de Verona, ciudad de cuya Arena es directora artística del cuerpo de baile. Fracci, endiosada por el público italiano, continúa trabajando cotidianamente, sin dormirse en los laureles acumulados ni pensar en el futuro. "Hay que vivir al día. Nunca se sabe lo que nos deparará el mañana", asegura.Llega a su camerino del Teatro Romano de Verona tan liviana como. aparece en el escenario -asegura que nunca pesó más de 48 kilos-, con andar pausado y vestida enteramente de blanco, incluidas las medias y los zapatos. Dicen que es una costumbre que guarda desde su embarazo, cuando el marido le llenó un armario de ropa de ese color, toda de algodón y de muselina, y se ve que ama la tradición, dado que su hijo, Francesco, "lo más importante que he hecho en mi vida", tiene ya 27 años. Habla con la misma pausa con que camina y se diría que con un punto de desgana, mientras se maquilla para la representación. Curiosamente, aunque el público la felicite abiertamente por sus seis decenios, ella no quiere oír hablar de que haya montado Antonio y Cleapatra con tal motivo.

¿Los aplausos son un buen regalo de cumpleaños? "No", rechaza, "son una gratificación por el trabajo hecho, y que se ha hecho con fatiga, porque hemos puesto en pie en muy poco tiempo esta producción nueva. El cuerpo de baile ha estado magnífico. Pero este montaje no tiene que ver con la edad". Carla Fracci fue descubierta por un golpe de suerte. Hija de un conductor de tranvías milanés, incitada, porque no fue una elección propia, a entrar en la Scala -había ayudas económicas y la suya era una familia modesta-, la noche de San Silvestre de 1955, a los 19 años, se encontró siendo Cenicienta porque la protagonista, Violette Verdy, no pudo salir a escena. En pocas horas la tranvierina, como la llamaban por el oficio de su padre, se había convertido en una estrella. Y también acompañada por la música de Prokofiev que ahora firma sus 60 años, sus papeles de Cleopatra y de Julieta. ¿Le ha traído suerte el compositor ruso? "Todos son afortunados si bailan con una música como la de Prokofiev. Es bonito y estimulante y, fundamentalmente, una gran inspiración", responde. Desde entonces, Carla Fracci ha hecho casi todo sobre el escenario -teatro en prosa, musical, cine, televisión- en sus 41 años de carrera.Baila con gran elegancia y levedad, con un especial movimiento de los brazos y de la cabeza. "Si existe un estilo Fracci se lo debo al trabajo constante, a no conformarme con la técnica sin el estilo. Somos personas que debemos empezar desde el principio cada mañana", asegura. "trabajadora de la danza", como se autodenomina, Carla Fracci llegó a hacerse con algunos personajes como si hubieran nacido con ella. Dicen que de Giselle, de Adam, es una de las máximas intérpretes del siglo. La ha representado más de 300 veces, junto a las principales figuras que han hecho de Albrecht: Nureyev, Vassiliev, Barishnikov, Bruhn.

¿Ha habido un momento en el que creyera haber llegado a la cima? "No le puedo decir, porque si una se plantea el Regar, el arribismo, los hechos se convierten en automáticos. De joven quizá deseaba ser conocida, pero no hay que perder la dimensión. Yo no he cambiado; éste es un auténtico trabajo que no deja espacio a las ensoñaciones de divismos o cosas así. Me siento una persona bastante normal, que hace un trabajo claramente expuesto al público". El suplemento semanal del Corriere della Sera publicaba recientemente un reportaje en el que aparecían juntos Carla Fracci y Antonio Gades, quien también cumple este años los 60. En él, la estrella italiana de la danza contaba que conoció al bailarín español en Spoleto en 1960, cuando bailaron juntos La Pavana de Ravel, y que la amistad entre ambos dura desde entonces. "Un auténtico artista, sencillo y de gran sensibilidad", comentaba ella.

Pero. Fracci, que se ha lanzado al baile de salón o a la música moderna con idéntica soltura, y que recuerda cómo una noche en Bari, con Nureyev -"Rudy"- tras bailar Giselle, se desmelenaron en una discoteca dejando a todos boquiabiertos, nunca intentó que su amigo Gades la iniciara en los pinítos del flamenco."No creo que mi tipología física sea muy adecuada para el flamenco", admite. "Lo encuentro interesante, y creo que conocerlo es siempre importante, pero no he tenido ocasión, porque he hecho otras muchas cosas".

Entre esas cosas -cine, teatro, musicales- publicidad. Carla Fracci apareció recientemente en televisión anunciando calzado cómodo, y cuando se le pregunta por ello corta con un "no es nada malo, ¿no?", y añade: "la experiencia es siempre positiva, sirve para aprender nuevas técnicas y un modo de interpretar. La publicidad es un modo de estar siempre vivo, de entrar en todas las casas".

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