Voluntariado
Durante el mes de julio he tenido la oportunidad de participar por segundo año con SUI, una asociación universitaria de voluntariado, en un proyecto de ayuda al subdesarrollo en Guatemala: la promoción de una escuela de formación agropecuaría en una de las zonas más desfavorecidas por la violencia, la pobreza...Participar en un proyecto así es siempre una aventura -la audacia nunca ha estado de más a la hora de hacer el bien- Tal y como yo lo veo, sólo existe un peligro en proyectos como éste: quedarse en lo superficial. Por supuesto que es una aventura, ya lo he dicho; claro que acumulas un montón de experiencias, conoces mucha gente y nuevas formas de entender la vida, pero esto es aún poco.
El voluntario universitario, normalmente, no va a salvar a nadie, pero sí que puede hacer mucho por los demás, y, por qué no en este caso, también por uno mismo. Y éste ha sido mi caso: ver gente que en medio de una pobreza absoluta material, pero sobre todo cultural, vive alegre me ha ayudado a comprender mejor que no importa lo que tengas, sino lo que seas; que lo material no lo es todo, ni siquiera lo más importante. Un ejemplo palpable de esto fue el orfanato que visitamos. Más de cien niños que lo único que querían era nuestro cariño; los regalos que les trajimos fueron lo de menos para ellos, sólo querían poder sentarse en tu regazo y cantar, jugar, reír...
Es una pena que tantos universitarios cierren sus ojos a esto y no se decidan a aprovechar la ocasión de dedicar sólo un ratito de su tiempo a hacer el bien a aquellos que tanto lo necesitan; y para esto no hace falta irse a Guatemala.-
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