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GIJÓN

¿Quién tiene la culpa?

Todos, cuadrillas incluidas, balbucearon en El Bibio ¡este público es un santo!, y es que o tonto o santo hay que ser para aguantar tamaña falta de respeto.Los toros presentados por San Marcos para esta corrida no servían ni para rejones en mi pueblo, y eso que fueron los triunfadores de la pasada Feria de Begoña, claro que entonces se jugaban la entrada en La Unión.

Incluso los toreros se aburrían nada más verlos. ¿Quién tiene la culpa entonces? Figuras que eligen, empresarios que transigen y presidentes que juegan a ser Dios... en esto degeneran intereses y mandan las exigencias.

Joselito se fue de vacío con un lote infumable, si bien en su primero y a pesar de los gritos de "abrevia", lo templó y obligó hasta arrancarle las embestidas ¡y qué más da!

San Marcos / Joselito, Ponce, Finito

Toros de San Marcos, terciados, blandos, pobres de cara. Uno devuelto por cojo. 3º, noble. 4º, manso y descastado. 5º, sin trapío y descastado. Joselito: metisaca (ovación); media descabello (pitos). Ponce: dos pinchazos, estocada tendida (silencio); estocada caída, rueda de peones, descabello (oreja). Finito de Córdoba: media largatijera (oreja); tres pinchazos, cinco descabellos -aviso- descabello (silencio). Plaza de El Bibio, 12 de agosto. Tercera de feria. Casi lleno.

Ponce, si bien al principio anduvo contrariado y tuvo un gesto poco torero al atender los gritos de un aficionado que le pedía que quitara el toro de en medio, demostró por qué está arriba. A un toro que en principio no valía nada, un sobrero de Carlos Núñez descastado y de embestida corta, lo fue enseñando y obligando. En cuanto le quitaba la muleta lo buscaba echando la cara arriba. Técnica e inteligencia permtió su dominio. Ponce además cuenta con una cuadrilla que sabe hacer bien las cosas.

El menos esperado de la tarde, Finito de Córdoba, ante un toro como el resto,. pero que desarrolló gran fijeza en la embestida, estuvo inspirado, muletazos largos y lentos y tres circulares seguidos sin quitarle la muleta... claro, que los novillos también repiten.

Alguien se lo quería llevar a casa para seguirle toreando con parsimonia. Pero lo mejor, la media largatijera que le propinó. Del resto mejor no hablar. El toro le miró mal y se quiso ir a casa.

Al final, un ruedo lleno de almohadillas. Mejor nos hubiera ido a todos si el reloj de la plaza, que se había parado al comenzar la corrida, nos hubiera indicado que aquello era un mal sueño.

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