Dole y su derecha
ROBERT DOLE, a sus 73 años y a su tercera intentona, va a ser finalmente elegido candidato a presidente de EE UU por el Partido Repúblicano, en la convención espectáculo que se abre mañana en San Diego. Dole lleva haciendo campaña desde hace meses, sin que hasta los últimos días haya empezado a perfilar de verdad sus opciones. Sabe que para ganar en noviembre tiene que conquistar el centro político. Pero no tendrá las manos libres. Su propio partido, dominado por una minoría más a la derecha que él, le puede atar en corto.Dole es un moderado con un largo historial parlamentario a sus espaldas. La herida recibida durante la Segunda Guerra Mundial le impidió usar las manos para tomar notas, por lo que se acostumbró a escuchar. Se le suele describir como una persona que actúa más en reacción a los acontecimientos que anticipándose a ello. Suele decidir por eliminación de opciones más que por convencimiento hacia una de ellas. Así lo ha hecho a la hora de elegir a su compañero de ticket y candidato a vicepresidente, el también moderado y con un aroma progresista Jack Kemp. Pero ningún candidato a vicepresidente ha cambiado el signo negativo de una campaña. Dole lo sabe bien. Fue número dos en la fracasada candidatura de Gerald Ford en 1976.
La batalla, en San Diego, no va a girar en tomo a las personas, aunque Pat Buchanan y la poderosa coalición cristiana venderán muy caro su apoyo a cambio de introducir sus ideas en la plataforma con que Dole y el Partido Repúblicano concurrirán a las elecciones. No se trata de un programa al estilo de los partidos europeos. No obstante, en 1994, por vez primera, Newt Gingrich sí logró aunar al Partido Republicano en tomo a un programa -el Contrato con América-, con el que arrasó en las elecciones al Congreso.
La plataforma de 1996 estará probablemente mucho más a la derecha que Dole. Tres son los temas más delicados que se van a debatir en San Diego: impuestos, aborto e inmigración. En materia fiscal, Dole, que en tiempos se opuso a estas ideas, ha terminado por abrazar lo que George Bush llamó economía vudú y proponer una reducción de impuestos al estilo Reagan, acompañada de una promesa de presupuesto equilibrado para el 2002. Dole no tiene la credibilidad política de Reagan. La reducción de los impuestos para la clase media era también una promesa de Clinton, y éste puede no resistirse a retomarla.
En materia de aborto, el ala radical del partido republicano quiere imponer su tesis de eliminar -por enmienda constitucional- el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, tesis a la que se oponía Dole y, que puede provocar un rechazo del voto femenino a los republicanos. Éste puede ser un problema explosivo en San Diego. Finalmente, en materia de inmigración, los radicales proponen negar la ciudadanía estadounidense a los hijos nacidos en EE UU de inmigrantes ilegales, una medida que vulnera claramente uno de. los principios básicos de este país.
Clinton le ha robado a Dole muchos temas sobre los que el antiguo senador quería centrar la campaña: la reforma de la ayuda a los pobres, el orden público y la lucha contra el terrorismo. La situación, a día de hoy, favorece a Clinton -la economía va bien, los escándalos remiten- y así lo reflejan las encuestas, que otorgan al actual morador de la Casa Blanca una ventaja de 15 a 20 puntos, que se ampliaría de concurrir también Ross Perot. Pero incluso, así, sería arriesgado no conceder un margen de probabilidades al nuevo ticket republicano.
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