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Entrevista:

"Madrid es como el café Gijón pero en grande"

En la nómina de célebres clientes del gran café Gijón son mucho más famosos los antiguos contertulios que los que siguen reparando el mundo en charletas de hora fija. José Esteban tiene 56 año, es natural de Sigüenza y llegó a Madrid en 1956 para estudiar Derecho y entrenar su pluma. Desde la estación de Atocha' ' maleta en mano, su gesto fue como el de tantos "provincianos con ganas de conquistar Madrid. ¡Taxi, lléveme al Gijón!". Esteban se sentó en el sitio que este café reserva a los "sin hueco". Con el tiempo ha encontrado su lugar; ha intimado con Alfonso el Cerillero, degustado su irregular cocina, soportado a camareros displicentes y pagado sin chistar sus caras minutas. A sus 112 años, el Gijón atraviesa una crisis de empresa, y los contertulios muertos se mantienen alerta en forma de ectoplasmas cada vez menos inmutables, que sólo se manifiestan a deshoras, para zafarse del desfile de turistas o del chirriante sonido de los teléfonos móviles que ya se dejan oír en el gran café.Pregunta. Dice usted que el café tiene alma.

Respuesta. Y fantasmas, como todo edificio público de Madrid que haya cumplido cien años. Por eso, nuestra relación con el Gijón es algo vivo, con sus crisis y altibajos. En este café no todo es bueno, y aunque te vayas, siempre acabas por volver. Quizá tengamos algo de masoquistas. Siempre digo que en el Gijón se está, y por los demás cafés se pasa. .

P. ¿Aquí se ha conseguido arreglar el mundo?

R. Después de la guerra comían juntos condenados y verdugos. Arreglar el mundo. no sé, pero al menos lo intentaban.

P. ¿Siguen siendo tan importantes las tertulias?

R. No tanto como en los cincuenta, en tiempos de la llamada "juventud creadora", cuando actores y autores teatrales no faltaban ni una noche después de la función. De Cela cuentan que un buen día se ausentó y no ha vuelto.

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P. Para desolación de los turistas que esperan verlo aquí sentado.

R. Llegan autocares del Inserso con 200 pasajeros, en busca de un escritor famoso. Como llegábamos todos, ansiosos por sentarnos junto a los célebres.

P. Dice usted que Madrid es como el Café Gijón, pero en grande.

R. Exacto. Se le quiere a pesar de sus incomodidades. En el Gijón me siento como en casa, y cuando viajo, creo que lo hago sólo pensando en volver a Madrid. De los dos hay que gozar lo bueno y sufrir lo malo.

P. Usted se autodefine madrileñista.

R. Una palabra que apenas se utiliza y que describe a quienes les gusta Madrid y además estudian la ciudad.

Café Gijón. Lotería, tabaco, editores. 1.000 pesetas.

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