Mario Camus: "Por las fisuras de los adosados entran hormigas"
El cineasta estrena un filme sobre una pareja bajo la 'cultura del pelotazo'
Apenas se había retratado en el cine español la psicopatología de la clase media sobre la que se asentó la cultura del pelotazo. A esa gente "estólida y fuerte" a la que sirve de metáfora el aburrido ideal urbanístico de los chalés adosados de lujo, dedica el cineasta Mario Camus su última película. Adosados, que se estrena el 9 de agosto y participará a finales de mes en el Festival de Montreal, muestra la estupidez de un ejecutivo en apariencia invulnerable. Al tipo de cultura que el protagonista representa "le falta humanismo", sentencia el director.
La película comienza con una joven que anda por los pasillos de un centro comercial mientras le dice a alguien con el teléfono móvil que se encuentra en la oficina. Desde el primer momento la mentira articula a los personajes de Adosados."Están metidos en la sociedad del bienestar", dice Mario Camus, "cuyo modo de vivir absolutamente perfecto nadie puede atacar. Entonces, hay una fisura y por ella entran las hormigas, que desencadenan un proceso de angustia inesperado e incontrolable".
La fisura se llama Bobo, un perro al que el protagonista consiente en sacrificar sin asegurarse de que ese sacrificio es necesario. Luego mentirá a su familia al contar cómo murió el animal. "La mentira es algo común en esta sociedad", comenta el director. "La cuestión es si se tiene que mentir y si se deben sacralizar o no los pactos de sinceridad entre las parejas. ¿Quién sabe si la mentira forma o no parte de la humanidad y si no mentir es ponerte un corsé que te va a destrozar?"
Basada en la novela finalista del Premio Nadal, de Félix Bayón (que ha colaborado en el guión), Adosados presenta "a una pareja puntera dentro de la sociedad de consumo", señala Mario Camus, "un modelo frecuente en el estado del bienestar: definida, exigente, preocupada por los hijos, casi perfecta, pero que carece de una pequeña dosis de humanismo".
Dinero en inglés
Esa falla ética resulta rechazable para miembros de una generación como la de Camus (que es discípulo de Ignacio Aldecoa), y de ahí la mirada especialmente crítica del cineasta. En una escena, a los niños les enseñan en la escuela, en inglés, el nombre de las monedas. Camus ni siquiera está seguro de dónde situar ideológicamente a la pareja de la película, dado que la cultura del pelotazo se forjó en España bajo un Gobierno socialista. El modelo de educación en una sociedad es una de las discusiones que plantea Adosados.Entre "cretinizar o alfabetizar", el cineasta incluye en lo primero el espíritu de las actuales escuelas de negocios y de los masters. Y extiende este mismo debate al problema del cine, con la inquietud en el sector tras las declaraciones ultraliberales de los dirigentes culturales del PP. Camus plantea un dilema que Esperanza Aguirre y Miguel Ángel Cortés deberán resolver: "O apoyar al cine o recuperar la figura de Manolo Escobar para hacer películas". Entre esas dos posibilidades, Camus asume el modelo que ayer planteaba en este periódico el ex ministro francés de cultura, Jack Lang, cuando decía que el discurso sobre el éxito comercial y la decisión del público "es una solemne tontería: de lo que se trata es de permitir la aparición de nuevos valores, fomentar primeras obras y alentar riesgos creativos".
Más que en La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe, el director ve en el argumento de Adosados rastros de Patricia Highsmith y Raymond Carver. Camus dice haber aplicado en su película, en la que actúan Antonio Valero, Ana Duato y Lluís Homar, "todas las leyes de un género anejo al cine negro" para intentar conseguir una "sensación de amenaza y de angustia creciente".
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