La intimidad de Gala y Dalí, al descubierto
El castillo de Púbol, que el pintor regaló a su esposa, abre sus puertas al público
Una intromisión en la intimidad y en la compleja personalidad de Salvador Dalí y Gala, su esposa y musa. Así define la Fundación Gala-Dalí el recorrido que el público puede hacer a partir de hoy por el castillo de Púbol, una de las residencias que el artista convirtió en uno de sus particulares universos surrealistas. Situada en el municipio de La Pera (Girona), la fortaleza permanecía cerrada desde 1984, cuando Dalí la abandonó tras un fortuito incendio en la habitación que ocupaba. Tras una laboriosa restauración del edificio y del sinfín de detalles que lo ornamentan, el castillo ha reabierto sus puertas y permite descubrir aspectos de la vida cotidiana de la pareja hasta ahora desconocidos.
La masoquista condición bajo la cual, en 1970, Salvador Dalí regaló el castillo de Púbol a su esposa Gala fue cumplida por ésta al pie de la letra. La noble fortaleza se convirtió en el refugio íntimo de la musa hasta su muerte, en 1982, y el pintor sólo podía acceder a ella cuando su esposa le invitaba, lo cual sucedía muy de vez en cuando. El mismo contrato de soledad y aislamiento que Gala había practicado durante más de una década fue mantenido por Dalí cuando éste se instaló en el castillo tras la muerte de su esposa, para no dejarla sola en la cripta donde reposan sus restos, en el sótano de la fortaleza.Catorce años después, las puertas del castillo de Púbol se han abierto por primera vez al público. Ya sin necesidad de ser expresamente invitados por sus inquilinos, los visitantes pueden entrometerse en la intimidad de un universo que dice mucho sobre la personalidad y la forma de vida del genial artista y de su musa. El esfuerzo que se ha realizado para "dejar casi intactos" los múltiples rincones surrealistas creados por Salvador Dalí era ayer repetidamente destacado por Oriol Clos, el autor del proyecto de adaptación del castillo en museo, y por los responsables de la Fundación Gala-Dalí.
"Todo está igual que antes", acreditaban ayer Joaquim Chicot y Dolors Bosch, el matrimonio que durante 27 años ha custodiado la fortaleza y que servía a Gala cuando ésta se instalaba en su refugio. Privilegiados conocedores de la musa daliniana, Chicot y Bosch sólo se prestaban ayer a halagar el carácter "afable" de la "señora del castillo" y declinaban hablar de las visitas que ésta recibía, generalmente de muchachos jóvenes.
Decoración daliniana
Durante las largas temporadas que Gala pasaba alejada de Dalí, se comunicaba telefónicamente con él casi a diario. La devoción que el artista sentía por su musa se refleja en la decoración de casi todas las estancias de la fortaleza. En el techo de la Sala de los Escudos, en la planta principal, Dalí realizó un enorme fresco, similar al que pintó en el Palau del Vent del Museo de Figueres (Girona), con figuras de ángeles, un caballo blanco y la luna. "Me he contentado con decorar los techos para que cuando Gala levante los ojos me vea siempre en su cielo", decía Dalí.Una silla, con un óleo pintado en el respaldo, fue concebida por el genio como "un trono para Gala". La mano de Dalí se percibe en la decoración de los dormitorios, en las chimeneas, la cocina, los labavos y el resto de las estancias de la planta principal, a la que se accede después de cruzar un patio interior con elegantes ventanales góticos. Una veintena de fotografías de Marc Lacroix, las últimas que Gala se dejó tomar en el castillo de Púbol, se han añadido a la decoración original de la residencia. Ayer, la esposa del fotógrafo, Teresa Esteve, se paseaba por el castillo emulando a Gala.
La planta superior, que en su día sirvió de almacén, es hoy la sala donde se exhiben una veintena de vestidos y objetos personales de Gala. Trajes diseñados por el mismo Dalí, o con las firmas de Christian Dior, Chanel y Pierre Cardin, se exponen junto a una vieja camisa tejana y una barretina, indumentaria preferida de Dalí.
Junto a los servicios propios de un museo -guardarropía, lavabos y tienda-, que se han habilitado en la planta inferior, se halla el garaje donde permanece el viejo Cadillac que Dalí utilizaba en sus desplazamientos. En este vehículo realizó Gala su último viaje a Púbol, ya muerta, en junio de 1982.
El recorrido museístico por Púbol finaliza en los afrancesados jardines que rodean el castillo, cuyo aspecto romántico cautivó a la pareja cuando decidieron comprar el castillo, en 1968. El jardín, la zona más deteriorada del conjunto, ha obligado a dedicar grandes esfuerzos a restaurar los elementos dalinianos que lo ornamentan: esculturas de elefantes con largas patas, una piscina decorada con cabezas de Wagner, surtidores y paredes pintadas.
Con la apertura al público del castillo de Púbol se da un decisivo paso adelante hacia la creación del triángulo museístico que se completa con los dos vértices restantes: el Teatro Museo Dalí de Figueres y la casa del artista en Portlligat (Cadaqués), en restauración. El Ministerio de Hacienda, propietario de las residencias de Púbol y PortIligat en cuanto heredero del legado de Dalí, habrá invertido cerca de 300 millones de pesetas en la rehabilitación y adaptación del museo. El castillo de Púbol permanecerá abierto al público entre los meses de marzo y octubre, periodo durante el cual se espera la visita de 50.000 personas.
Babelia
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