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"Os van a apalear"

ENVIADO ESPECIALLos funcionarios españoles encargados de custodiar a los inmigrantes expulsados de Melilla hasta varios países africanos no viajaron con intención de quedarse mucho tiempo en los países de acogida. Algunos tuvieron que escuchar las amenazas que temieron recibir cuando embarcaron en España. "Os van a apalear". A los dos policías españoles que viajaron a Gambia la semana pasada se les cambió el color. "¿Qué dices?", le preguntaron al inmigrante que escoltaban. No se desdijo: "Que os van a apalear. Mi hermano es jefe de la policía del aeropuerto y cuando yo les diga que me habéis maltratado, os van a apalear".

Podía ser mentira, pero podía ser verdad. Los dos policías, con más miedo que autoridad, decidieron atrincherarse, y no soltaron al inmigrante bien relacionado hasta que no apareció por el aeropuerto un representante diplomático. Lo había enviado el embajador español en Dákar, a quien los policías habían pedido auxilio.

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Hace una semana, dos funcionarios que viajaron a Zaire fueron saqueados por los policías del aeropuerto de Kinshasa. Se lo quitaron todo. No se atrevieron con los calzoncillos, una deferencia entre colegas.

No es de extrañar por tanto que Antonio y Francisco José, los dos policías que el lunes aterrizaron en el aeropuerto de Bissau para dejar a Mamadou Darame, expulsado de España vía Lisboa, permanecieran en la ciudad apenas 30 minutos. El tiempo justo de dejar al inmigrante, rellenar la ficha policial, soltar unos pesos de agradecimiento y embarcar en el mismo vuelo. "¿Y no se quedan a descansar'", aseguran que les preguntó, sonriente, el jefe del aeropuerto. "No", respondieron, "ya descansaremos en Lisboa".

A pesar de las críticas de los sindicatos policiales, los diplomáticos españoles consultados están convencidos de que la repatriación masiva es la más adecuada: "No sólo por la seguridad de los agentes, también por el precio que debe pagar el Estado". El viaje de Mamadou Darame, el último deportado a Guinea Bissau, ha supuesto más de un millón de pesetas (el billete de ida y vuelta de cada funcionario costó más de 400.000 pesetas; el viaje de ¡da del inmigrante, otras 200.000 pesetas; más dietas de los policías y gastos).

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