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CHINCHÓN

Así no puede ser

Así no puede ser y además es imposible. Salieron unos toros inválidos en general, de bravura inverosímil, que dieron tan poquito juego que daba pena. Y un torero con una idea artística del toreo, en donde prima la inspiración, el sentimiento, y en donde el oficio, que siempre existe, está en función del lucimiento, a veces pinturero, en ocasiones hondo.De nada sirvió el bonito marco de Chinchón, su plaza bella y recoleta, y el recuerdo de Goya y sus honores. Y de poco sirvió el sabor antiguo en la indumentaria de los lidiadores. Cuando no hay toro es una entelequia el ver toreo, el sentir emoción.

La corrida empezó 10 minutos tarde, se abrió además un paréntesis de un cuarto de hora en el tercer toro, para arreglar un burladero descoyuntado y, sin embargo, el festejo terminó a las nueve en punto. Eso dice un algo de lo que pudo pasar. Porque la brevedad puede ser buena cuando está ajustada al arte de torear, pero cuando es porque no ha sucedido casi nada, es un fiasco, una verdadera lástima.

Jaralta / Aparicio

Toros de Jaralta, desigualmente presentados, cómodos, inválidos, escasos de juego y sospechosos de pitones.Julio Aparicio, como único espada: estocada caída (silencio); estocada desprendida (silencio); estocada delantera caída y un descabello (silencio); metisaca muy bajo, estocada caída perdiendo muleta (dos orejas); estocada trasera (silencio); metisaca muy bajo (pitos). Plaza de Chinchón, 25 de julio de 1996. Corrida Goyesca. Más de media entrada.

Desolación

Logroñés: 10 encuentros veraniegos: 7 victorias, un empate y dos derrotas. Precedentes: Siete triunfos locales, cinco empates y una victoria visitante. Árbitro: Losantos Mar. Debuta en Primera. Estadio: La Romareda, 19.00 horas.

Quien tenga la culpa de la elección del ganado, es mejor que se retire a meditar. Suya es buena parte del fracaso.

En los tres primeros toros, en fin, dada su invalidez ocurrió el vacío. La desolación. Y en el cuarto se iluminó brevemente la tarde. No hubo toreo de capa, como en el resto de la corrida, dadas las condiciones de los bureles y que Julio Aparicio no se confió. Salvo unos mínimos lances en el primero y un quite irregular por chicuelinas en este cuarto.Le cortó dos generosas orejas por una faena basada en los ayudados y los adornos. Sin que hubiera ligazón, las fuerzas del torillo no lo permitían.

El flamenco y los toros tienen muchas cosas en común, pero juntos en una corrida de toros, resulta extraño. Algo de inspiración, de todas maneras, le sobrevino en un momento a Julio Aparicio y deleitó con unos muletazos sentidos, trincherazos y ayudados, en ese cuarto en el que le obsequiaron con dos orejas.

En el quinto se acordó del sobresaliente y le dejó intervenir, en un quite cumplido que aprovechó como pudo Abelardo Granada.

Lo mejor de Aparicio, con todo, fue su efectividad y acierto con la espada, si nos olvidamos de dos metisacas de bajos fondos en el cuarto y sexto de la infumable tarde.

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