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El funcionario expedientado dice que sólo ayudó al propietario de la sauna de "forma legal"

Antonio Jiménez Barca

El careo se desarrolló el viernes en un restaurante. Estaban presentes Francisco Herrero, dueño de la precintada sauna gay Paraíso que ha destapado una supuesta trama de corrupción en el Ayuntamiento; Juan B. B., jefe del negociado de Industria de la Junta de Centro, expedientado tras la publicación del caso, y el periodista. En la denuncia presentada en el juzgado, Herrero afirma que Juan B. B. y un tal R., ex empleado municipal, le prometieron paralizar el precinto de la sauna a cambio de dinero. Luego, el empresario ha mantenido que pagó al funcionario de Centro un millón de pesetas durante ocho meses por "información y mover los expedientes". En la trascripción del careo se han omitido las preguntas del periodista y sólo se ha modificado el texto en aras de su inteligibilidad.

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Francisco Herrero. Mira, Juan; a mí R. me llega hace un año y se ofrece a arreglar el problerna [sobre el local de Herrero pendía una orden de precinto] y me pide millón y medio de pesetas. Me dice: "Y te voy a demostrar que yo tengo fuerza y lo puedo hacer, porque Juan hace lo que yo diga". Me lleva a una cafetería de la plaza Mayor y luego bajas tú. Y dices que hay que hacer un proyecto nuevo y que se puede parar el precinto. Me pide el dinero y yo digo, hombre, vamos a ver cómo resulta. Y no se precinta. Luego se presenta R. y yo digo, joder, funcionáis.

Juan B. B. No es verdad.

F. H. Cómo lo hicisteis, no lo sé. Pero sé que se paró y por eso me pedís dinero, claro.

J. B. B. Ojo, te pidió el dinero R. Esto que quede claro.

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F. H. Hombre, es lo que digo. El dinero me lo pidió R.

J. B. B. Y yo no dije que podía parar el precinto. Yo no te puedo decir una cosa que no puedo cumplir.

F. H. Juan, estamos los tres y se dice que se para el precinto. Me da igual que lo dijeras tú o lo dijera R. Ésa no es la cuestión.

J. B. B. Se dijo que se iba a pedir un cambio de nombre. Segundo, se dijo que se iba a presentar una nueva solicitud. Tercero, luego R. se presenta en la Junta de Centro para un trámite legal.

F. H. Y me cobra por eso 110. 000 pelas.

J. B. B. ¡Benditos los que tienen emolumentos de este estilo! Se pide un retrotraimiento de actuaciones [procedimiento que permite legalmente modificar las últimas normas que penden sobre un expediente, algo así como volver a reescribirlo]. Al haber cambio de nombre, se podía hacer. Y así, legalmente, se para el precinto, porque el expediente va a otro departamento. Yo puedo jurar sobre mi conciencia y honor que a toda persona que me venga con un caso similar le recomiendo eso.

F. H. Entonces, si tuvimos cuatro precintos e hicimos lo mismo, ¿por qué crees tú que solamente se paró ése?

J. B. B. No lo sé.

F. H. Porque luego R. me pide un millón y medio más, y mi administrador le dice: "Hombre, R., no seas cabezón; acepta el trato del principio". Y nos enfadamos y yo no le doy nada, y luego voy yo y te digo, ojo, que me he enfadado con R. Todo esto durante un mes.J. B. B.

[Durante ese mes] yo estoy continuamente encima de él

[R.] diciéndole: "Oye, presentad esto, que tenemos esto pendiente". Pero yo no tengo ni idea de que te ha pedido dinero. Y luego, por la relación de amistad que tengo contigo me entero de que sí, de que cobró una cantidad por la primera de las gestiones que te hizo. Y de que te había pedido ese dinero por lo del precinto del local.

F. H. Él dice que lo compartía contigo.

J. B. B. Mentira.

F. H. Luego yo te pago alrededor de un millón de pesetas a lo largo de un año para que muevas papeles y consigas información. Para que te preocupes de mis expedientes. Ciento cincuenta mil al principio, y luego, durante ocho meses, cien mil para el piso.

J. B. B. Eso no es cierto. ¡Qué cara más dura tienes!

F. H. Me mantengo en lo que yo he dicho. [Y empieza a sumar en el mantel de papel de la mesa lo que le ha pagado].

J. B. B. La suma que estás calculando ahora no es verdad, pero a mí no me duelen prendas en reconocer que me prestas 150.000 pesetas. Me paraste en la calle cuando salía de trabajar. Nos habíamos visto dos veces. "¿Adónde vas", me dices. "A una academia de idiomas para pedir trabajo por las tardes", contesto; "Yo te presto", dices. Y tú, Paco, ya puedes ir reduciendo esa suma, porque es mentira. Esto no es un show, esto no es Telemadrid, aquí hay enfermedades, vidas en juego, y si sigue esto así vamos al juzgado ahora mismo. Y nos vamos todos. No me has dado más de 375.000 pesetas. Incluso un mes no me diste nada y me dijiste: "Pasar hambre es bueno para desarrollar la inteligencia". Y por trabajos fuera del Ayuntamiento, como multas de tu hijo. Al margen de esto, y por la relación de amistad que nos une, que yo te haya podido aconsejar sobre el Ayuntamiento, no lo dudes. Pero no a cambio de dinero. Si tú pensabas que era por aconsejarte, yo estaba muy engañado, que sé que no lo estaba. Estamos hablando de unas cifras tan tontas... Yo, como ser humano, me empiezo a enterar de los problemas que tienes en el Ayuntamiento y te ayudo, pero de forma legal. En el Ayuntamiento, en general, se consiguen las cosas por lo legal.

F. H. Hombre, yo estoy dolido por tu situación. Pero que las cosas se consiguen en el Ayuntamiento por la vía legal sabes que no. Tú me has dicho que muchas veces han aparcado mi expediente. Y me decías: "Han dicho que fuera con esto de los mariquitas". Yo no te habría pagado si no hubieras estado en el Ayuntamiento. Y, si no hubiéramos tenido un compromiso económico, ¿habrías hecho lo mismo? Yo te dije: "Oye, Juan, o las cosas funcionan, o voy a tener que tirar de la manta".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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