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La 'etapa Marsillach' termina en Almagro con 'La vida es sueño'

"Quería despedirme con un gran título", dice el director de la CNTC

La etapa Marsillach al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) terminó en la noche del jueves en el festival de Almagro, con La vida es sueño, de Calderón de la Barca, en un montaje de Ariel García Valdés. Al finalizar la función, el público respondió con una cerrada ovación. Adolfo Marsillach asistió, sentado en el patio de butacas a pesar de su alergia a los estrenos, al último espectáculo de su compañía. "Quería despedirme con un gran título, con un gran montaje y ahí está esa joya que todos hemos visto", afirmó.

El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro ha sido testigo del último estreno de la Compañía Nacional de Teatro Clásico bajo la dirección de Adolfo Marsillach, destituido por los nuevos responsables de la política teatral. Minutos después de terminar el estreno de La vida es sueño, Marsillach declaró que estaba completamente feliz porque se daban unas circunstancias especiales. "García Valdés ha colaborado magistralmente para que ésta sea una despedida de lujo, y Pedro María Sánchez ha vencido su aversión a ser contratado en teatros públicos para hacer lo que considero uno de los mejores trabajos de su carrera. Todo esto me reconforta de muchas cosas y me quita cualquier posible amargura", dijo, al tiempo que insistía en el resultado colectivo de diez años de trabajo. Para el director García Valdés terminaba un sueño. "Sólo sé que esto sí que es un sueño para mí; todo es muy raro cuando se acaba de estrenar". Horas después, estudiaba el papel que tiene que hacer en el shakespeariano Ricardo III que se estrenará dentro de una semana en el Festival de Aviñón.La propuesta de García Valdés en La vida es sueño es "hacer una obra muy concreta..., muy material, huyendo de todo el aparato filosófico, porque para mí y para los actores estamos ante una comedia de teatro en la que se cuenta una experiencia particular, la de Segismundo y el resto de los personajes"; y añade: "Es una pieza violenta, viva, llena de carne, de deseo, en la que todo está impregnado por una mecánica de guerra teatral".

Pedro María Sánchez dice acerca de la metáfora de la obra: "Se centra en un juego en el que, por un lado, se da la reflexión filosófica sobre la existencia y la realidad y, por otro, lo que ocurre es algo muy cercano..., Ariel lo ha entendido perfectamente".

García Valdés reconoce que en su propuesta ha recibido la ayuda del adaptador de la versión, el escritor José Sanchis Sinisterra, y de otras muchas personas del equipo, incluido Marsillach: "Soy un bandido del teatro, me apropio de todo lo bueno que veo en mis compañeros y ellos me proporcionan", dice.

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