"Si después no hay justicia, ¿qué pintamos nosotros aqui?"
Equipos de la ONU siguen buscando restos en las fosas comunes abiertas por los serbios en Srebrenica
Los restos del cadáver rotulado con el número 40, el último encontrado, acaban de ser trasladados desde un gran plástico negro a una bolsa de lona verde. Una vez cerrada la cremallera, la bolsa es introducida en un contenedor frigorífico blanco que sirve de almacén a los 39 precedentes. Protegidos por alambre de espino, seis hombres y tres mujeres trabajan en un paraje sin nombre de naturaleza aparentemente virgen, no lejos de la aldea de Cerska, a escasos kilómetros de Srebrenica, la ciudad de la última matanza de la guerra de Bosnia. "Si después no hay justicia, ¿qué pintamos nosotros aquí?", dice uno de los antropólogos que exhuman pruebas para el tribunal de crímenes de guerra de La Haya.Pasa a la página 5
"Llegaremos casi al centenar de cadáveres"
Viene de la primera página 1Una pequeña excavadora se mueve a ritmo de bisturí junto a un terraplén de unos 50 metros de largo por 5 de ancho cubierto de plásticos negros, cada uno con una ficha descriptiva. Mientras una topógrafa mide y anota la localización exacta sobre el terreno, un fotógrafo forense se mueve casi de puntillas y varios antropólogos cepillan la tierra con el cuidado de un relojero. Lo único que se escucha es un arroyo vecino y los pájaros.
Algunos de los expertos del enguantado equipo de la ONU que excava la fosa común de Cerska, una de las muchas a la que los serbobosnios arrojaron los cadáveres de los civiles que ejecutaron tras las manos su asalto al enclave atadas a la musulmán de Srebrenica, cree que espalda en este exiguo terreno, en el que trabajarán todavía esta semana, encontrarán restos de otras 30 o 40 víctimas de las tropas del general Ratko MIadic. "Llegarán casi al centenar", vaticina uno de ellos. William Hoglund, el responsable de los trabajos, ha confirmado que las víctimas no murieron combatiendo, muchas tenían las manos atadas a la espalda con alambre y orificios de bala en el cráneo, hechos casi a bocajarro. Pequeñas etiquetas de plástico acompañan ahora en el suelo los restos de proyectiles. David del Pino, un antropólogo forense chileno, añade que "da la impresión de que tras ser arrojados aquí desordenamente fueron apisonados".Al fondo del terraplén, Hoglund, un estadounidense de barba blanquecina con indumentaria a lo Indiana, Jones, sombrero y botas de media caña incluídos, fiscaliza el trabajo de todos, manipula los restos y graba meticulosamente en un magnetófono su impresión sobre cada uno de los hallazgos. Hace 40 grados y a ambos lados del pequeño terreno boscoso donde los expertos de la ONU hacen su labor arqueológica se alzan tupidas montañas. El Drina corre cerca de este camino forestal -un desvío de la carretera principal a unos 35 kilómetros al noroeste de Srebrenica- todavía parcialmente anegado por lluvias recientes.
El trabajo no ha hecho más que empezar, según Del Pino. "Nos hemos limitado a exponer los cadáveres, sus restos, en la posición en que han sido hallados. A partir de ahí se puede comenzar a sacar conclusiones". Después vendrá la delicada investigación de los fragmentos en el laboratorio, que se hará en alguna parte de Bosnia-Herzegovina. Los expertos aseguran que todavía algunos cuerpos conservan tejidos blandos, aunque la mayoría están esqueletizados pese al poco tiempo transcurrido desde su muerte. Se explica, dicen, por las circunstancias físicas y la naturaleza química del terreno. "De lo que no cabe duda", afirma el científico chileno, "es de que acabaremos conociendo las circunstancias exactas de la muerte de cada una de las víctimas".
Los expertos que trabajan en Cerska, a diferencia de un equipo finlandés que se vio forzado a abandonar la semana pasada, no han sido molestados por los serbobosnios. Es difícil imaginarse cómo podrían serlo, dado que una docena de tanques de las fuerzas de la OTAN están estratégicamente situados en los alrededores y otros vehículos artillados estadounidenses guardan y bloquean el paraje de montaña en el que trabajan.
"Vivimos en una cercana base de la OTAN y venimos aquí cada día con escolta", explica Fernando Moscoso, otro antropólogo forense, de Guatemala, que forma parte del grupo de científicos que trabaja para el tribunal de La Haya. Tanto Del Pino, que ha hecho lo mismo antes en Ruanda, como Moscoso están comprometidos a fondo en la defensa de los derechos humanos en sus respectivos países y muy sensibilizados con su trabajo en Bosnia-Herzegovina. A ninguno de los dos les son ajenas las fosas comunes y el primero se lamenta de lo poco que se ha hecho en Chile para hacer justicia a los tres mil muertos de la dictadura pinochetista. "Si después no hay justicia, ¿qué pintamos nosotros aquí?".La búsqueda de restos de las matanzas sectarias en Bosnia, encargada por el tribunal de la ONU que juzga los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia, no ha hecho más que empezar. Los testimonios de víctimas y verdugos en Srebrenica escuchados en La Haya durante las dos últimas semanas han sido suficientes para dictar una orden internacional de busca y captura contra Radovan Karadzic y Ratko MIadic, los jefes político y militar serbobosnios, todavía en ejercicio y principales responsables de las matanzas como la que sembró de cadáveres la tierra de Srebrenica. El ministro francés de Defensa, Charles Millon, anunció ayer que Francia pedirá al Consejo de Seguridad de la ONU que facilite a las tropas de la OTAN en Bosnia un mandato preciso que les permita detenener a los criminales de guerra, en alusión a Karadzic y MIadic.
Clinton ha despachado de nuevo a la región a su antiguo plenipotenciario Richard Holbrooke con la misión principal de presionar al líder de todos los serbios, Slobodan Milosevic, para que entregue finalmente las cabezas de sus protegidos en Bosnia. El arquitecto de los maltrechos acuerdos de paz de Dayton, que tiene anunciada hoy su llegada a Sarajevo, intentará hacer creíbles las elecciones anunciadas para el 14 de septiembre.
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