Democracia rockera
Hubo un tiempo en que el barrio madrileño de Vallecas era un semillero inagotable de bandas de rock. Durante los años setenta y buena parte de los ochenta proceder de esta barriada, una de las más populares de la capital, otorgaba denominación de origen y credibilidad. Esta actividad rockera terminó por provocar la aparición del Festival Vallecas Rock, iniciativa puramente ciudadana y espontánea que hizo recorrido durante cerca de una década.Como los vallecanos nunca se han andado por las ramas, el clásico del festival es el rock urbano de pocas vueltas musicales y mucho texto cabreado o de incitación a la juerga. Este año en que, después de meses de notables esfuerzos por parte de asociaciones culturales y locales varios, Vallekas Rock ha recuperado la tradición, los ocho grupos seleccionados para la doble jornada lo fueron después de una encuesta entre los aficionados del barrio.
Musicalmente, el primer día fue bastante átono. Matando Gratix demostró poco, Boikot sonó de manera horrenda, Porretas estuvo en vena de aciertos dentro de su absoluta simpleza, y Reincidentes cerró la noche con la sensación de que se encuentra preparado para el salto a mayores metas. El sábado, con mayor variedad, Desastre fue mero aperitivo, Ska-P supo funcionar en escenario grande, Medina Azahara encajó difícilmente en un cartel delimitado, y Rosendo cerró con un concierto sobrio que recuperaba el formato de trío. Parece que el festival sobrevivirá para el próximo año, aunque tendrá que afrontar algunas reformas. Los jóvenes vallecanos ya están en ello.
