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Entrevista:

"El ingreso de las privatizaciones debe destinarse a infraestructuras"

El compromiso entre la aventura del mercado y el sentido de equidad económica parece más vigente que nunca. Para unos, es la síntesis liberalkeynesiana, para otros el ocaso de las ideologías tradicionales. En opinión de Pedro Fontana, este encuentro, precedido de un aliento casi intangible pero muy perceptible, es, la esencia pluralista del Círculo de Economía, un foro de debate que une a empresarios, universitarios, ejecutivos y humanistas.El relevo de Fontana, recién nombrado presidente del Círculo, reesencializa la institución en su sentido más fundacional. Él mismo encarna una encrucijada: es nieto de industriales y presidente de Banca Catalana. Su trayectoria profesional proclama una voluntad de síntesis muy específica en la que sintonizan por un lado la tradición industrial periférica y por el otro, el managerismo ascendente. Fontana ha querido además que estos dos aspectos se encuentren representados claramente en la nueva junta directiva del Círculo. Para ello ha refrendado, ante los socios de la institución, el nombramiento en la junta directiva de dos líderes" patrimonialistas de segunda generación: José Manuel Lara Bosch -Editorial Planeta- y Joan Coromines -Grupo Coromines- Y junto a ellos, a dos directivos de perfil público-privado: Rafel Vilaseca -presidente de Gisa y ex presidente de Inisel- y Jordi Alberich, en especial sintonía con el destello tolerante de este foro.

Las privatizaciones centran en gran medida el debate económico y social. Pedro Fontana introduce esta propuesta: "Los ingresos de las privatizaciones debe destinarse a infraestructuras. De este modo se transfiere riqueza de un modo eficiente. Así, el recorte, que desde luego no debe afectar a la inversión, se efectuaría sobre el gasto corriente y las transferencias".

Pregunta. El consenso sobre la necesidad de recortar el gasto social ya es casi abrumador. Se apuntan ahora keynesianos reconvertidos como Boyer y Solchaga. ¿Cuál es su punto de vista?

Respuesta. Partimos de la idea de que el Estado de bienestar es una conquista del modelo europeo que hay que reformar para poderlo mantener. Hay margen para mantener y mejorar el bienestar.

P. ¿Por ejemplo?

R. Tomemos el ejemplo del Inem. La función de control debe ser mayor. En el caso reciente del unabomber catalán se ha visto que un señor que cobraba subsidio no encontraba trabajo y en cambio ha tenido tiempo de poner varias bombas en oficinas de empleo. Otro ejemplo: no tienen lógica determinadas igualdades como la de los medicamentos. ¿Por qué tiene el mismo acceso a productos farmacéuticos subvencionados un pensionista con rentas altas que otro con rentas muy bajas? El gasto social se ha de recortar por segmentos. En cualquier caso, no se puede hablar sólo de recorte social sin un acmpañamiento de medidas fiscales.

P. En este sentido, el primer paquete de medidas del Gobierno de Aznar ha sido importante.

R. Las medidas del Gobierno han sido rápidas y tienen el efecto de levantar el estado de ánimo.

P. ¿Son suficientes?

R. Nunca es suficiente. Podrían mejorarse aspectos como las retenciones de capital, los fondos de pensiones, etcétera. En el campo impositivo es importante estimular el ahorro no a base del tiempo, sino a base de la rentabilidad. También se pueden mejorar las donaciones y sucesiones. En el caso de la renta podrían reducirse algunos tramos y compensar el posible menor ingreso suprimiendo determinadas subvenciones.

P. ¿Qué subvenciones se pueden suprimir?

R. Algunas que van a empresas, porque en la mayoría de los casos estas empresas no dejarán de aplicar determinadas políticas por el hecho de no tener una subvención. Algunas subvenciones de formación de personal no son incentivadoras. Habría que hacer un inventario de subvenciones y suprimir aquéllas que no cumplen con el requisito de la eficacia económica y la equidad social.

P. Según los primeros gestos del Gobierno, todo se privatiza. ¿Sin matices?

R. En el Círculo hemos abierto un debete sobre las privatizaciones. El límite de las privatizaciones es la eficiencia económica; el objetivo es mejorar el servicio final. Dicho esto prefiero que las grandes empresas españolas sigan estando en manos privadas españolas. Vender activos no significa dilapidar. De ningún modo debe aceptarse el falso aforismo de que España está en venta. Hay que vencer ciertas reticencias a las privatizaciones explicando a los ciudadanos que no se busca vender el patrimonio público, sino cambiar la estructura de la riqueza pública.

P. ¿Es usted partidario de la llamada política de los núcleos duros, es decir, que las grandes empresas que se pivatizan pasen a, estar controladas por grupos patrimoniales, bancos o conglomerados industriales?

R. Que sean duros o que sean blandos me da igual. No todo el mundo puede llegar a controlar grandes empresas como Repsol o Endesa. En cualquier caso, yo prefiero que una cabecera siderúrgica, en vez de quedársela la US Steel se la quede un conglomerado español en el que participen Celsa y Argentaria. Es un ejemplo.

P. ¿Habrá pacto social?. El Gobierno no quiere legislar en materia laboral y mientras la oposición calla, los sindicatos y las patronales no alcanzan un acuerdo de mínimos.

R. Soy optimista. Hemos pasado en pocos años de una economía cerrada a otra abierta. Ahora, Maastricht es el reto de la eficiencia. Si convergimos en déficit pero mantenemos los costes laborales tan elevados, la convergencia no será real.

P. ¿Por qué vía se abaratarán los costes laborales. Por el contrato estable con 20 días por despido?

R. Es una vía.

P. ¿Cuál es el límite del catalanismo en la política española?

R. La oportunidad del nacionalismo se está aprovechando para mejorar la gobernabilidad, el equilibrio político general y, por supuesto, el clima económico.

P. Jordi Pujol ha dicho desde Quebec que el autogobierno de Cataluña es muy insuficiente. ¿No cree que esta carrera sin límite previsible choca con la eficiencia que ustedes reclaman?

R. Las eficiencias absolutas no existen. Lo absoluto trae peores consecuencias. Tengo confianza en la figura de Pujol, en su talla de hombre de Estado.

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