_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'La novela de Madrid'

Dice un sabio chino que nos empeñamos en llamar casualidad a todo aquello cuyas razones no conocemos, lo que no quiere decir que no existan. Por una de estas inescrutables leyes acaeció que yo andaba paseando por las páginas de La calle de Valverde, de Max Aub, cuando Ántonio Muñoz Molina leía su discurso de introducción a la Academia en recuerdo y homenaje al autor, académico imaginario, exiliado después de la guerra civil en México, cosmopolita a pesar suyo, de origen franco-alemán pero en primer lugar valenciano porque, como el decía: "Uno es de donde estudia el bachillerato". La calle de Valverde es una novela compleja y coral, quizá la más ambiciosa de la producción de Max, mezcla de diferentes procedimientos narrativos y lenguajes, del habla popular a la jerga periodística pasando por la culparla de literatos y artistas. Una novela mosaico, castiza y vanguardista, irónica y distanciada, cornprometida siempre. Los personajes de esta calle, hoy amparada por el rascacielos de la Telefónica, entretejen un variado y palpitante microcosmos en la entraña misma del Madrid de la dictadura de Primo de Rivera.Unos días antes de releer el texto de Aub, había callejeado por La Puerta del Sol, novela de Fernando Fernán-Gómez. La imaginaria calle del Vergel, en la que F. F.-G. hace vivir a sus personajes es prolongación, más bien modesta bocacalle, de la de Valverde, y sus protagonistas, la portera Mariana Bravo y su marido el tramoyista del teatro Lara, Ramón Fernández, podrían ser parientes de los porteros del 32 de Valverde, contemporáneos en la ficción y descendientes literarios de sus homólogos de la creación de Aub. Un parentesco directísimo del que ni Max, ni Fernando tendrían razones para abominar.

Max Aub también sacó a algunos de los vecinos de Valverde a pasear por otras novelas haciéndoles saltar de las conjuras contra Primo de Rivera a la resistencia de los últimos días del frente de Madrid en la guerra civil, como hace en Campo del Moro, crónica casi periodística de la caída de la capital, oportunamente reeditada hace poco por Planeta.

Aveces uno se encuentra con que los libros que buscó con más ahínco le saltan a las manos al torcer una esquina cuando ya desesperaba de husmear en los baratillos de ocasión y las librerías de viejo. En una crónica que publiqué hace tiempo en estas páginas, abusando de su hospitalidad y de la paciencia de los presuntos lectores, solicité -sin éxito, todo hay que decirlo- que alguien me hiciera llegar un ejemplar de Off-Side, espléndida y maldita novela madrileña de Gonzalo Torrente Ballester. Una vez más los inescrutables hados que cita el sabio chino me asaltaron por sorpresa. Acababa de terminar La calle de Valverde cuando en una librería de saldos fui a toparme con el fuera dejuego de Torrente un grueso tomo de la editorial Destino, nuevo y flamante, al discretísimo precio de 300 pesetas.

Los personajes que habitan las páginas de Off-Side se mueven en la sórdida atmósfera del Madrid de posguerra, alegres vividores y maltrechos supervivientes, banqueros, estafadores, prostitutas y artistas, perseguidos políticos y águilas de los negocios sucios en las riberas de Curtidores y bajo las cúpulas bancarias. Off-Side es también un mosaico madrileño, un aguafuerte sombrío y lúcido que se podría colgar en una galería de retratos al lado de La calle de Valverde y de La Puerta del Sol para completar una crónica, más veraz que la histórica o la periodística, de medio siglo en la vida de Madrid.

Aub, Torrente o Fernán-Gómez nutren las páginas de una gran novela-río madrileña, novela colmena con incrustaciones de Cela o de García Hortelano, hasta las últimas pinceladas, de Landero, Millás o del mismo Muñoz Molina que también investigó los misterios de Madrid en refrescante folletín veraniego y urbano. La Gran Novela de Madrid, realista y surrealista, costumbrista y pícara, se deja escribir y se lee a sí misma en el espejo que a lo largo de su camino van colocando los forzados de la pluma.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_