La familia no se fía de la escuela
España está a la cabeza entre los países de la OCDE, en escolarización en Enseñanza Secundaria y Superior: un 25,8% de la población. Sin embargo, la familia española se siente principal responsable de la educación de los hijos y, en consecuencia, quiere controlar la escuela."El maestro está bien considerado por las familias españolas", dice Martín Patino, "pero hay una gran desconfianza hacia la escuela, sobre todo hacia el profesor de Secundaria: un 58% de una encuesta elaborada por la OCDE en 1995 dijeron no considerar mucho o en absoluto a ese tipo de profesional".
Sin embargo, en lo que se refiere a la calidad de la enseñanza, un estudio del CIS de 1993, citado por el informe del CECS, señala que el 52% de los españoles confiesa que sus estudios han sido "mejores" que los de su padre, y el 16% los califica de "mucho mejores".
Basta con fijarse en los presupuestos familiares, para constatar cómo los padres españoles tienen en lugar preferente los gastos destinados a la educación de los hijos: darles carrera siempre fue una meta social en España, pero ahora hay que añadir, como angustia, la incertidumbre del futuro.
¿Ouién fija las metas?
De ahí la pugna entre padres, profesores y demás agentes educativos para hacerse con la prerrogativa de fijar las metas del modelo de enseñanza. Según los indicadores de la OCDE, el 80% de los españoles piensa que la familia debe tener tanta responsabilidad como la escuela, porcentaje sólo superado por el 81% del Reino Unido; un 15% de los encuestados dice incluso que la familia debe tener más responsabilidad.Sólo dos españoles de cada 10 es partidario de que la escuela tome las decisiones en materias de enseñanza, de administración del presupuesto y de selección, promoción y salario de los profesores. "La familia española es fuerte y tiende a ser posesiva con sus hijos, de cuya educación se siente principal responsable", define el informe.
El documento parte de la base de que siempre ha habido históricamente una "cuestión escolar" en España, y de que Ias cicatrices de esa guerra aún no han desaparecido. Si todo hubiera discurrido en un clima de paz escolar, no tendríamos ahora que lamentar la deplorable disociación entre el sistema social (religioso, familiar y laboral) y el sistema educativo".
Cifras cantan: entre el 30 y 35% de la población de Extremadura y Castilla-La Mancha -especialmente la adulta- no tiene estudios, y eso que en los años 80 en Extremadura el porcentaje bajó ocho puntos. Hay fuertes desniveles entre norte y sur.
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