Ya quisiéramos
El día 19 de junio aparece un reportaje titulado Santa publicidad, sobre las obras de restauración de la fachada de la iglesia de San José, de la calle de Alcalá, por el hecho de estar cubiertos los andamios con una lona con publicidad de una marca de automóviles.Mi felicitación sincera a su autora, pero me provoca un punto de desconcierto. Como el optimista y el pesimista, no sé si la botella está medio llena o medio vacía. Es útil este tipo de publicidad o es nefasta. Es buena por permitir obtener recursos lícitos para restaurar parte del Patrimonio Artístico en este caso, o hay que dejar que se caiga la iglesia y le echamos la culpa al Gobierno. Tal vez yo no interpreté bien la frase: "San José es un eslabón más de la cadena publicitaria que campa por la ciudad", como dice su autora. Inducido por ello, mucha gente puede exclamar: ¡por Dios, dónde vamos a parar, un anuncio en una iglesia, lo que hay que ver.... esto hay que prohibirlo! Y más gente al paro, seguro.
Es obvio que soy parte interesada y debo defender mi trabajo, pero la cadena me resulta muy peyorativa y pregunto: ¿es acaso esta publicidad una termita destructora? ¿Pervierte a alguien?
El anuncio es legal, las obras, por seguridad, necesitan de una lona que evite proyecciones de cascotes. ¿Qué de malo hay en que éstas estén pintadas con coches, dibujos- de Mingote, o reproduzcan obras de Antonio Lopez? Como poco, tapan la fealdad de una obra y dan color a la ciudad, además de financiar, bien una iglesia, o. una comunidad de vecinos.
Ya quisiera yo y los vecinos de mi pueblo, y pienso que toda España, si Belalcázar, por ejemplo, la villa más septentrional de Andalucía, fuese un eslabón más de la cadena publicitaria que impidiese con su financiación el salvar de la destrucción del día a día, siglo a siglo, la maravilla de castillo fortaleza del siglo XIV cuya mole se ve rodeada, curiosamente, de una cadena, pero de granito berroqueño. Ya quisiéramos.¡Ah!, y que el grupo socialista' del Ayuntamiento de Madrid, si, según Servimedia, va a oponerse a que en los edificios históricos se exhiba publicidad durante el corto espacio de tiempo de una restauración, despreciando la contribución a su financiación, y dilucidan sobre la maldad publicitaria de herir a la historia, pues allá ellos. Un compañero les sugiere que menos prohibir y más regular, que hay detrás muchos técnicos e inversiones, y el paro, por desgracia, puede ir engrosándose-
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