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LA LUCHA POR EL KREMLIN

Ziugánov, no quiere ganar

La discreta campaña electoral del lider comunista sorprende en Moscú

Guennadi Ziugánov, el líder comunista y rival de Borís Yeltsin en los comicios presidenciales que se celebran hoy, hizo una discreta campaña electoral en las dos semanas transcurridas entre la primera y la segunda vueltas: no realizó ningún viaje, la publicidad televisiva hecha en los espacios gratuitos fue relativamente suave y casi no adelantó nuevas ideas, a excepción de la propuesta de formar un Gobierno de coalición, independientemente de quién gane estas decisivas elecciones presidenciales.La pasividad de Ziugánov, que, a diferencia de Yeltsin, goza de excelente salud, parece inexplicable a primera vista. Sus causas tienen raíces diferentes. Está claro que se debió, en parte, a la falta de dinero. "Casi todas las reservas fueron gastadas en el primer periodo de la campaña electoral. Y lo que quedó se decidió utilizarlo de forma selectiva", dijo uno de los ideólogos nacionalistas que apoyan a Ziugánov.

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Esta "forma selectiva" consistió en financiar ediciones de mayor tirada de los diarios comunistas Pravda y Soviétskaya Rossía, así como del ultranacionalista Zavtra, en los que se presentó al general Alexandr Lébed como un traidor y se distribuyeron especialmente en las provincias en las que éste obtuvo mayor votación durante la primera vuelta. Con ello querían "reorientar hacia Ziugánov al electorado de Lébed", o por lo menos neutralizarlo, es decir, conseguir que no vaya a votar o que vote en contra de ambos candidatos, cosa que la ley rusa permite.

En la última etapa de la campaña electoral de la primera vuelta y hasta ahora, Ziugánov se convirtió en un líder de gabinete que se dedicó a mantener reuniones y dar conferencias de prensa casi a diario sin salir de Moscú. Entre las razones que se dan para justificar esta táctica figuraba el temor "al disparo de un francotirador, a un atentado".

Sin embargo, estas razones parecen insuficientes para explicar la discreción mantenida por el líder comunista y, según algunos observadores, el problema está en que Ziugánov simplemente no desea ganar.

Esta teoría la confirmó a EL PAÍS un líder nacionalista del bloque de fuerzas que apoyan a Ziugánov, que pidió no ser identificado. Ahora, cuando "el país se tambalea", puede que a Ziugánov le convenga "una derrota digna (por un 5% o un 7%), que de hecho será una victoria". "¿Qué obtiene con ello Ziugánov? Un Yeltsin debilitado por las elecciones, pues ya no será el líder indiscutible elegido por la mayoría de la población [como lo fue en 1991; un sistema de poder destruido, que se basaba en el equilibrio de los grupos que defendían los intereses nacionales [encabezado por Alexandr Korzhakov] y los demócratas; una tregua para reforzar sus filas y divulgar su ideología, y la posibilidad de desempeñar el papel de una oposición fuerte por otro periodo".

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