El capítulo de los derechos humanos en el país asiático se abordará con diplomacia
Los anfitriones españoles de Jiang Zemin, el presidente chino, no harán especial hincapié con su huésped en la situación de los derechos humanos en China. La diplomacia española se ha alineado con sus socios de la Unión Europea (UE) a la hora de denunciar los atropellos del régimen de Pekín en materia de derechos humanos, pero ha sido una de las más cautas.Si finalmente abordan este capítulo con el jefe de Estado chino y su ministro de Exteriores, Qian Qichen, el presidente José María Aznar y su ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, lo harán en términos genéricos y suaves a la vez, por razones de cortesía y pragmatismo, según indican fuentes diplomáticas.
La principal iniciativa de la UE en este ámbito con relación a China consiste en apadrinar, junto con Estados Unidos, una resolución en el Comité de Derechos Humanos de la ONU que condena el encarcelamiento de disidentes, la represión religiosa, la tortura y ejecución de presos y los malos tratos a huérfanos en instituciones públicas. Le pide al mismo tiempo que ratifique los tratados internacionales sobre libertades cívicas, políticas y culturales. Pekín ha conseguido siempre que la resolución sea rechazada.
En consecuencia, explica un alto cargo dé Exteriores, "creemos que no merece la pena librar batallas perdidas de antemano". Según esta fuente, "la discreción es un requisito de la eficacia; conviene reconocer las mejoras que se han introducido por parte de las autoridades de Pekín y evitar reacciones defensivas y contraproducentes".
Para animar a Pekín a seguir por esa vía, prosigue, "es preferible cooperar para ayudar a crear las condiciones necesarias para el nacimiento de una sociedad más abierta y la paulatina puesta en pie de un Estado de derecho. Ese objetivo se puede lograr a través de la cooperación legal y judicial".
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