Dos jóvenes, despedidos por no querer cortarse el pelo
La fábrica de trenes de embotellado esgrime falta de higiene
Les advirtieron que se les iba a caer el pelo, pero ni se inmutaron. Llegaron el lunes a trabajar y les recibió una carta de despido. "Si os cortais la melena seguireis trabajando. Si no, a la calle les advirtieron. De los tres amigos amenzados, dos optaron por la melena, así que el gerente de Mecanizaciones Alavesas, que fabrica trenes de embotellado para bodegas, y alcalde del PNV de la localidad de Oyón, Alberto Ortega, cumplió su amenaza. Jorge Navarro, de 19 años y Manuel González, de 24, están en la calle.
"Esto no tiene ni pies ni cabeza", asegura Jorge Navarro, "porque si te lo dicen de buenas maneras, pues me hubiera visto obligado a actuar en consecuencia, me hubiera puesto a buenas y me lo habría cortado, pero a malas, pues creemos que no es forma".Jorge comenzó a trabajar en Mecanizaciones Alavesas hace tres años y ya tenía el pelo largo. Dice que forma parte de su estilo de vida y que es tan limpio como el que más. Después de un año de trabajo, firmó, junto a su amigo Manuel González, un contrato indefinido. Desde entonces "he realizado todos los trabajos que me han encomendado cumpliendo las condiciones de higiene, como ponernos coleta o gorras cuando lo requería la situación", asegura Navarro, "de la misma manera que lo hacen todas las mujeres que trabajan en las mismas condiciones en las firmas que servimos".
Sin embargo, en la carta de despido, la empresa justifica la medida por la "reiterada negativa de los jóvenes a tomar medidas sobre el acondicionamiento mínimo necesario de su aspecto físico." Según algunas fuentes, varios clientes se quejaron de la longitud de los cabellos de los chicos y el gerente no soportó la presión.
Alberto Ortega, que compagina la gerencia de la empresa con la alcaldía de Oyón, no quiso hacer declaraciones durante la mañana de ayer. En el Ayuntamiento explicaron que tiene por costumbre separar los asuntos privados de los públicos. En su opinión, el interés suscitado por la medida responde más a un asunto político que estrictamente laboral. Ortega ya había declarado con anterioridad que los jóvenes no encajaban en el "perfil de la empresa" y les acusó de no cumplir con las normas de higiene que se exigen en las industrias alimentarías, citando de manera expresa el hecho de que fumaban y comían chicle. En la sede de la empresa tampoco respondió nadie durante la mañana de ayer.
"Está claro", dijo ayer Navarro, "que me han echado porque alguien se quejó de nuestras pintas, esa es la única razón, no hay ninguna otra cosa". Ha puesto su caso en manos de los sindicatos y UGT del metal en Álava ya ha anunciado movilizaciones.
Manuel González, sin embargo, ha optado por el sindicato abertzale LAB. Su padre indicó ayer en Oyón que Manuel había decidido no hablar hasta que no se calmara la situación. El tercer amigo acudió al peluquero. Optó por ceder y ahora sigue en la empresa. Los despidos serán denunciados ante los juzgados de lo social.
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