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Clinton pide acabar con el odio racial ante una de las iglesias quemadas en el sur

Antonio Caño

Desde una de las iglesias de congregaciones negras quemadas en los últimos meses en una oleada racista, el presidente Bill Clinton hizo ayer un llamamiento para acabar con el odio en Estados Unidos y pidió la colaboración de toda la nación para "reconstruir los templos y restaurar la esperanza". Clinton prometió el esfuerzo de las autoridades federales para detener a los culpables de los incendios, y ofreció créditos para volver a poner en pie las más de 30 parroquias destruidas en el más significado brote de violencia racial que se produce en el sur de este país en muchos años.

"Tenemos que unirnos como una sola América para reconstruir nuestros templos, restaurar la esperanza y demostrar a las fuerzas del odio que no pueden triunfar. No podemos permitir en nuestro hogar democrático que alguien queme nuestros hogares de oración", declaró el presidente.Desconfiados de las promesas del Gobierno, las organizaciones negras más radicales han ofrecido protección a sus iglesias en varios Estados. Miembros de la Nación del Islam y del Nuevo Partido de los Panteras Negras están dispuestos a defender con armas las comunidades religiosas negras ante lo que consideran falta de decisión por parte de las autoridades. Aunque todas las iglesias quemadas en el último año y medio pertenecen a pastores negros y son visitadas por población mayoritariamente negra, la policía no ha sido capaz de encontrar hasta ahora ningún vínculo entre todos los atentados ni ha detenido aún a elementos del Ku Klux Klan o de otras organizaciones racistas blancas, principales sospechosos de esta ola de incendios.

Bill Clinton aseguró ayer, sin embargo, que estas acciones contra las comunidades negras no quedarán impunes. "Quiero asegurarle a todo el mundo en este país", dijo, "que vamos a seguir trabajando hasta llegar al fondo de todos estos casos".

El presidente hizo un hueco en una gira por varios Estados para detenerse ayer frente a una iglesia de Greeleyville (Carolina del Sur) que había sido quemada hace un año, y que ha sido recientemente reconstruida con aportaciones de sus feligreses. Clinton recordó su origen sureño y se dirigió a una audiencia predominantemente negra con el tono afectado y semiteatral que utilizan los predicadores en este país.

La oposición republicana interpretó inmediatamente la visita y el discurso como un acto electoral. "Clinton no siente la tragedia, lo que ve es una buena foto", declaró el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, Dick Armey. El portavoz de la Casa Blanca descalificó duramente esas palabras.

Pero, sienta o no la tragedia de la comunidad negra, para Clinton el valor electoral de la visita a Greeleyville es indudable. El presidente tiene así la oportunidad de reconciliarse con el voto de la minoría negra, que es tradicionalmente demócrata, pero que había reaccionado negativamente a la política centrista de la Casa Blanca en asuntos como la reforma de la seguridad social y de la acción afirmativa (discriminación a favor de los negros).

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Entre otros importantes dirigentes negros que ayer acompañaron a Clinton estaba el reverendo Jesse Jackson, que había criticado fuertemente algunas decisiones recientes de la Casa Blanca y que había amenazado hasta hace poco con presentar su propia candidatura a la presidencia.

En su afán por conectar con los afectados, el presidente aludió a sus recuerdos infantiles sobre la quema de iglesias en su Estado de Arkansas. Los periodistas averiguaron después que no ardieron iglesias en Arkansas en esos años.

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