2.800 opositores compiten por una sola plaza de telefonista en la Comunidad
Lo de conseguir un puesto en la Administración pública es, definitivamente, el más difícil todavía. La Comunidad de Madrid inició ayer en las aulas de la Universidad Carlos III de Getafe (144.600 habitantes) los exámenes de su más reciente oferta pública de empleo, y la relación oferta-demanda resultó abrumadora: 2.800 opositores se presentaron por el turno libre a la única plaza disponible de auxiliar de información (telefonista y personal destinado a indicar a los usuarios dónde realizar sus gestiones). Los resultados de las pruebas se harán públicos dentro de dos semanas.En la categoría de auxiliar de información se tienen que cubrir 10 plazas, pero tres se han reservado a discapacitados y seis responden a promoción interna (aquellos que, ya trabajando en la Administración, pretenden ascender de categoría). Así que los candidatos deben conformarse con una sola plaza. Cada uno tiene una probabilidad de éxito del 0,035%.
PASA A LA PÁGINA 3
"Esto es una quiniela," dice un opositor
VIENE DE LA PÁGINA 1Un total de 8.361 aspirantes habían pagado en su día -hace más de un año- la cuota de 1.000 pesetas que daba derecho a hacer el examen. De todos ellos sólo hicieron acto de presencia ayer unos 3.600, el 43%. "Este porcentaje está dentro de lo habitual, explicó Rafael Plaza, presidente del tribunal examinador. La Comunidad distribuyó por los pabellones a 150 ayudantes, que velaron porque la prueba discurriera sin incidentes; también se contaba con un médico, pero su intervención no se hizo necesaria.
En el campus getafense, el ambiente y el bullicio se prolongaron toda la mañana. Mientras esperaban su turno para examinarse (50 preguntas tipo test, 50 minutos, un punto por cada respuesta acertada y menos 0,5% en caso de error), los opositores mataban el tiempo de cháchara, devorando la prensa deportiva, rellenando autodefinidos y, en algunos casos, aprovechando el solete para tumbarse en la hierba. Tensión, sólo la imprescindible. "No merece la pena", razonaba Roberto Giménez, de 28 años. "Esto es como entrar en un estanco y gastar 1.000 pesetas en una quiniela en la que el premio fuera un puesto seguro y bien pagado".
Pero había otros casos. Felipe Mancebo, por ejemplo, era un manojo de nervios; tanto, que se plantó en Getafe a las ocho de la mañana pese a que no le correspondía examinarse hasta las 12.30. "Me gusta llegar pronto a los sitios, pero esta vez me he pasado", reconocía. "Tengo 43 años, llevo cuatro años y dos meses en paro y sólo quiero trabajar. Ya sé que las posibilidades son mínimas, pero...". Otros muchos hacían de acompañantes, caso de Marisa, de 32 años, que esperaba a su esposo, Juan Pablo. Está mujer ingresó en la Administración regional en 1989 y tiene claro que merece la pena intentarlo. "Mi marido trabajaba en un hotel y le trataban como un esclavo. Ha sufrido muchísimo. A ver ahora si hay suerte".
El examen presentaba cierta dificultad, pero los candidatos consultados coincidieron en que, al menos, no estaba redactado con ambigüedad. Había preguntas de lo más dispares: técnicas (¿cuántos bits se transmiten por la línea telefónica), laborales (¿qué tipo de falta es la desconsideración hacia un compañero?), acrósticas (¿qué es el Sitade?) y hasta numerológicas (¿cuál es el número de teléfono de los bomberos de Getafe?). "Y lo peor es que, ya en el aula, nos han hecho esperar una hora y media hasta que nos han entregado el ejercicio", se quejaba Rosa María Perea, de 30 años.
El examen provocó que unos 1.500 vehículos foráneos se agolparan en el centro universitario, según la Policía Local. Esta vez, sin embargo, la grúa no tuvo que ser empleada. "Es raro; en estos casos siempre cae más de uno", indicó un agente.
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