Ovejas, a la peluquería
Colmenar Viejo celebró ayer la IX muestra de Esquileo a Tijera
La faena de peluquería duró apenas 13 minutos. El legador coge la oveja, la pone panza arriba atándole con una cuerda las cuatro patas y se la pasa al esquilador, que con unas tijeras bien afiladas y anilladas -recubren el mango con cuero para evitar ampollas en las manos- pone manos a la obra.Se empieza por la paleta derecha hasta la tripa, para llegar por la nalga derecha hasta el costillar y al corte inicial. Vuelta a la oveja. Se continúa por el rabo, la nalga izquierda y se atraviesa nuevamente la tripa para volver hacia la paleta izquierda. Cambio de tercio. Se pone a la oveja de culo y se va por el estribillo del lomo para acabar rapando la espalda del animal hasta el pescuezo.
Ésta es la operación rapado que realizaron ayer nueve esquiladores de Colmenar Viejo a 20 ovejas churras colmenareñas y dos carneros en plena plaza del pueblo. Era la IX Muestra de Esquileo a Tijera, un acontecimiento que intenta, todos los años, resucitar un oficio ya casi perdido. "Ya no se hace con tijera, sino con maquinillas eléctricas que en cinco minutos dejan a las ovejas mondas y firondas. Además, ya casi no queda cabaña, y a los jóvenes no les atrae eao", cuenta Tomás Criado, el tío Trajinas, un esquilador colmenareño que lleva casi sesenta años despejando de lana los cuerpos de las ovejas.
Reza la tradición que entre San Isidro, el 15 de mayo, y San Pedro, el 29 de junio, toca pelar a las ovejas. "Hay que esperar a que haga calor, porque si no se te pasman los animales y se pueden morir", dice Félix Colmenarejo. Antiguamente, cuadrillas de entre cinco y diez hombres se encargaban del trabajo, cada uno con una función. Los legadores las atan, los esquiladores las pelan, los belloteros atan la pieza de la lana entera y los moreneros enfermeros curan las heridas. Éstos tampoco faltaron ayer. Mientras se afanaban los esquiladores, pululaba entre ellos un morenero con un aerosol para cubrir los leves cortes en la piel que se les escapaban a los peluqueros. "Es una mercromina especial pata animales; de toda la vida se ha untado en las heridas hollín para que las moscas no infectasen los cortes", dice Pablo Colmenarejo.
Precisamente, presumía de ser un buen esquilador aquel que dejaba a la oveja rapada y limpia como el jaspe, sin mancha de hollín. "Era como una deshonra que a tu oveja tuvieran que ponerle una mancha; demostraba que no lo hacías bien". Ayer, la falta de costumbre dejó a algunas churras con lunares.
La Muestra de Esquileo, organizada por el Ayuntamiento y la peña El Desastre, terminó con el sorteo de dos corderos entre los más de 500 asistentes.
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