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Arafat, pendiente del teléfono

Los palestinos, apesadumbrados por la victoria del Likud, esperan una señal de tranquilidad de Netanyahu

A menos de que ya lo haya hecho en las últimas horas, hoy el nuevo primer ministro derechista de Israel, Benjamín Bibi Netanyahu, tendría que levantar el teléfono y llamar a Yasir Arafat para tranquilizarlo y reparar una ofensa peligrosa. Los palestinos, cuyos ánimos se arrastraban ayer por los suelos tras la ajustadísima victoria de Netanyahu sobre el primer ministro laborista Simón Peres anunciada el viernes, demandaron ayer un pronunciamiento del próximo líder israelí que puede dar las claves del futuro del proceso de paz.Netanyahu, cuya elección ha expuesto una división casi exacta de la sociedad israelí frente al proceso, ha hablado de paz con el rey Hussein de Jordania y el presidente egipcio, Hosni Mubarak. Los llamó él mismo el pasado viernes al atardecer, poco después de conocerse la victoria del bloque derechista Likud y poco antes del advenimiento del shabat, el descanso judío que paraliza todo por 24 horas. Pero Bibi no ha llamado todavía al máximo dirigente palestino.

El presidente palestino está ansioso por obtener una declaración de que el próximo Gobierno se va a atener a la letra de los acuerdos de Oslo firmados en Washington en 1993. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) y el comité ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), ambas en manos de Arafat, dijeron ayer que Netanyahu debe respetar los compromisos adquiridos por sus antecesores laboristas, el asesinado Isaac Rabin y Simón Peres, que debe entregar el gobierno en cuestión de días. "Formulamos un llamamiento al nuevo Gobierno para que lleve a la práctica el principio de tierra a cambio de paz, subrayaron en un comunicado conjunto.

La respuesta de Netanyahu es esperada con ansiedad en Gaza, la sede del Gobierno autónomo palestino desde donde Arafat pedía telefónicamente a medio mundo "que no se lo deje solo y a merced de Netanyahu", dijo una fuente muy próxima a su despacho. "Está hecho polvo", dijo otra fuente con acceso directo al presidente. "Los israelíes han votado contra la paz. Antes, con Peres, tratábamos con amigos. A los palestinos nos esperan días difíciles", agregó.

Recluido en su despacho, Arafat no ha hecho ninguna declaración y los periodistas en Gaza no están en condiciones de exigir. Hace diez días, agentes de la policía palestina detuvieron y apalearon brutalmente a un fotógrafo palestino por tomar la foto de un burro porque la consideraron "una imagen que denigra Gaza y a los palestinos".

El silencio de Arafat reflejaba no sólo su confirmado estado de conmoción tras la derrota de su socio Peres. "Ojalá su conmoción no degenere en rabia", decía ayer uno de sus asesores refiriéndose al desaire que le ha hecho Netanyahu al no dispensarle el mismo tratamiento que al rey Hussein y a Mubarak.

Fuentes palestinas confirmaron que el detalle está calando hondo entre los palestinos. Netanyahu, que en su campaña primero dijo que jamás hablaría con Arafat, pero que luego dejó espacio para un diálogo "si fuera necesario", aparentemente ha ignorado deliberadamente a Arafat para no iniciar su gestión irritando a sus más fanáticos partidarios de la derecha. Entre insultar a Arafat o insultar a los colonos judíos, Netanyahu ha elegido lo primero.

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Las consecuencias de este desaire son difíciles de predecir porque no se sabe con precisión sí Arafat, de 67 años, está en condiciones políticas o inclusive de salud para retar a Netanyahu a que les diga algo a los palestinos por intermedio del despacho de la presidencia de la internacionalmente reconocida ANP. A Arafat, que según algunas versiones se está recuperando de un leve derrame cerebral, no le conviene abrir una controversia.

Pero en esa dirección parecen encaminadas las cosas. Netanyahu, que debe saber perfectamente cuán simbólico ha sido su gesto, tendría que recordar que también es bastante arriesgado. En la cumbre árabe celebrada en Ammán en noviembre de 1987, Arafat abandonó intempestivamente la capital jordana porque el rey Hussein no fue a esperarle al aeropuerto como al resto de los presidentes, reyes y emires. Furioso, denunció el desplante como una ofensa deliberada y un intento de disminuirle su rango como líder del pueblo palestino. Los chavales de Gaza y Cisjordania vieron todo esto por televisión y, cargada como estaba de por sí la atmósfera, intensificaron su campaña contra la ocupación israelí. La intifiada comenzó una semana y media más tarde.

No está del todo claro si Netanyahu va a esperar a que el nuevo Parlamento apruebe su Gabinete, en unos diez días, para pronunciarse sobre el proceso de paz o si enviará algunas señales en las declaraciones que seguramente hará a partir de hoy, el primer día laborable de la semana en Israel.

Una de las personalidades que, como Arafat, desea que Netanyahu se manifieste con prisa y claridad, es su poderoso correligionario Ehud Olmert, el alcalde de Jerusalén. Olmert, que es uno de los más poderosos aliados del líder electo, ayer virtualmente emplazó a Netanyahu a que cumpla con su palabra y clausure las funciones de la

Orient House. Como a Arafat no se le permite poner pie en Jerusalén, el palacete otomano ubicado en el sector árabe de la disputada ciudad, hace las veces de sede oficiosa de la OLP y, lo que quizás es más importante, de salón para los contactos diplomáticos de la ANP.

"Creo que va a cumplir con su palabra", declaró Olmert, "porque él está ciertamente al tanto del asunto. No creo que haya alguna duda al respecto". Varios intentos de cerrar la Orient House, donde funcionaba el antiguo Centro de Estudios Palestinos de Faisal Al Husseini, han fracasado en el terreno jurídico. El centro tiene su licencia en regla. Bajo fuerte presión israelí para que inaugure su mandato eliminando todo vestigio de actividad política palestina en Jerusalén, Netanyahu va a hallar justificativos. "Jerusalén ha sido la capital del pueblo judío desde hace 3.000 años. Y seguirá siéndolo. Indivisible y unida", ha machacado Netanyahu en su campaña.

Si consigue eludir temporalmente el tema de Jerusalén, una opción que defraudaría a gran sector del electorado judío de derechas, Netahyahu no va a poder hacer lo mismo cuando se tope

dentro de muy poco con la cuestión de Hebrón. La ciudad cisjordana que, según los acuerdos de Oslo, debía haber pasado parcialmente al control de la ANP permanece hoy totalmente en manos del Ejército israelí. "Creo que no nos deberíamos retirar de Hebrón", ha sido la postura oficial de Netanyahu cuando era candidato. Peres, que permanece como primer ministro en funciones hasta que jure el nuevo Gobierno, debe hoy plantear la cuestión de Hebrón en la sesión ministerial, aplazó la decisión "hasta después de las elecciones". Claramente sin mandato, es improbable que ordene el repliegue de las tropas de Hebrón en las horas finales de su gestión.

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