La historia se repite
Carlos Andrés Pérez pasa a la historia venezolana como el primer presidente destituido y enjuiciado durante el ejercicio de su mandato, iniciado en 1989 y finalizado abruptamente en 1993, casi un año antes de que concluyera el plazo constitucional, en febrero de 1994. Todo el proceso ha durado exactamente tres, años, de los cuales dos los ha vivido encerrado, en su residencia La Ahumada, en el arresto domiciliario asignado por la Corte Suprema de Justicia por tener más de 70 años.
La destitución del cargo presidencial se produjo en mayo de 1993, cuando el Supremo encontró pruebas para enjuiciarle de acuerdo a una denuncia de corrupción sobre el paso de los 250 millones de bolívares (unos 2.000 millones de pesetas al cambio de 1989) de los fondos reservados que presuntamente habían sido desviados para financiar la campaña electoral de Violeta Chamorro en 1991.
También en mayo de 1994, el Supremo dicta el auto de detención contra Pérez.
En ese momento él se entrega, declara su inocencia y dice ser objeto de una conjura para destruirle. Es el único caso de los mandatarios latinoamericanos que no escapa al exterior y se entrega a la justicia.
Hace 28 años ocurrió en Venezuela un fallo judicial parecido. El Tribunal Supremo condenó en agosto de 1968 al ex dictador Marcos Pérez Jiménez a cuatro años y un mes de prisión por el delito de lucro de funcionarios y le inhabilita políticamente de por vida.
Pérez Jiménez, que vive en la urbanización de lujo madrileña de La Moraleja, fue extraditado desde Míami en agosto de 1963 y juzgado por el máximo tribunal venezolano. Cuando se dicta sentencia definitiva condenatoria en 1968 el ex dictador sale en libertad hacia España porque ya había pagado la pena con creces en una cárcel caraqueña.
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