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España alienta con discreción un diálogo directo Rabat-Polisario sobre el Sáhara

La diplomacia española sigue proclamando, por boca de sus máximos responsables, su deseo de que se celebre un referéndum en el Sáhara Occidental, pero hace ya tiempo que no cree en él y que alienta, al menos verbalmente, una negociación directa entre Marruecos, que controla el territorio, y el Frente Polisario, que lo reivindica desde sus campamentos en la Zona de Tinduf (Argelia).Entre el martes por la tarde y ayer por la mañana, el presidente del Gobierno, José María Aznar; el vicepresidente, Francisco Álvarez Cascos; el ministro de Exteriores, Abel Matutes, y su portavoz, Inocencio Arias, se han pronunciado en términos parecidos sobre la necesidad de seguir impulsando la convocatoria de esa consulta. Los dos últimos lo hicieron incluso después de que el Consejo de Seguridad de la ONU tirase el miércoles la toalla al renunciar de hecho a organizar la consulta. A instancias del secretario general, Butros Butros-Gali, decidió aplazar indefinidamente la consulta prevista ya en 1992.

El máximo órgano de la ONU hizo además en su resolución un velado llamamiento a la única vía que aún queda por explorar para evitar a medio plazo la reanudación de las hostilidades: una negociación directa entre Marruecos y el Polisario.

Consciente de que el referéndum no iba a poder celebrarse, EE UU inició, después de la aprobación en enero del anterior informe de Butros Gali, contactos discretos con ambas partes para promover un diálogo directo. Hasta abril, cuando dio por terminado un primer intento, no habían generado ningún resultado, pero Washington va a reanudar ahora sus esfuerzos.

Vista con recelo por Marruecos, al que le hubiese gustado que España adoptase una actitud tan beligerante con el Polisario como Francia, la diplomacia española se ha abstenido de cualquier iniciativa en estos años para no enturbiar sus relaciones con Rabat.

Washington, secundado por Madrid, aboga con discreción por llegar a una fórmula que conceda a los saharauis una amplia autonomía en el marco del reino alauí, que podría ser legalizada con un referéndum. El problema es que Rabat sólo se ha mostrado dispuesto a contactos directos si antes el Polisario reconoce la pertenencia a Marruecos de ese territorio, a lo que se han negado.

A España le preocupa que el Polisario desempolve el hacha de guerra y cree otro foco de desestabilización del Magreb. En cambio, el contencioso obligará a Rabat a dedicarle esfuerzos que no podrá consagrar a su otra reivindicación territorial: Ceuta y Melilla.

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