El candidato del Likud desata la inquietud de los árabes
Reflejando la actitud de los líderes árabes, la gran mayoría de los palestinos había guardado una estudiada postura de indiferencia frente a las elecciones iraelíes. Pero muchos palestinos que hasta el lunes afirmaban que el resultado de los comicios de hoy les tenía sin cuidado, se mostraban ayer súbitamente preocupados. "Netanyahu puede ganar", admitían con una mezcla de incredulidad y pavor.Una fuente próxima al máximo dirigente palestino, Yasir Arafat, describió el ambiente en la cúpula del Gobierno autónomo en Gaza con las siguientes palabras: "Hay una mezcla de preocupación y depresión". Arafat trató de apaciguar los temores al afirmar que, incluso si se produjera una victoria del Likud, no habría problemas porque el proceso de negociaciones con Israel es irreversible. "Hemos firmado un acuerdo con Israel y no se trata de un acuerdo bilateral. Éste es un acuerdo internacional", dijo.
Eso, por supuesto, no convenció a nadie. Netanyahu promete paralizar la autonomía palestina en Gaza y Cisjordania, impulsar la ampliación de los asentamientos judíos en esos territorios y cerrar para siempre cualquier posibilidad de discusión sobre Jerusalén y los altos del Golán.
Mientras los palestinos trataban de disfrazar su ansiedad, Siría cargó contra Bibi con una intensidad que refleja la preocupación existente dentro del palacio del presidente Hafez el Asad. Para Damasco, el triunfo del Likud puede precipitar una nueva guerra.
"La adopción de la política del Likud destruiría todas las posibilidades de paz en la región", dijo el ministro de Exteriores sirio, Fartik al Shara. "Aquel que proclama por un lado que es posible lograr la paz y la seguridad y que por otro insiste en mantener el Golán y otros territorios árabes está haciendo un llamamiento a la guerra, no a la paz", agregó.
La advertencia siria cogió a Israel por sorpresa. "Seguirnos intentando establecer qué es lo que pudo haber hecho reaccionar a Siria con tanta vehemencia", dijo una alta fuente gubernamental.
Hasta hace dos días, la línea de Damasco había sido restar importancia a las elecciones con el argumento de que Simón Peres y Benjamín Netanyahu eran la misma cosa. "Esta es una pelea entre lobos y cuervos", había sido la definición del diario oficial Al Zaura. "Al hablar de guerra, Siria está indirectamente tratando de ayudar a Peres", dijo un veterano analista árabe, "como lo ha hecho el rey de Marruecos al afirmar que para salvar el proceso de paz en la zonalos israelíes deben votar por Peres
Egipto no se ha pronunciado oficialmente, pero su activo embajador en Israel, Mohamed Basiuny, ha estado tratando de movilizar al dividido electorado árabe de Israel para que vote por Peres.
Fuentes del Ministerio de Exteriores revelaron anoche que el Likud "se ha quejado de que las actividades de Basiuny constituyen una interferencia en los asuntos internos de Israel".
Como siempre, de la Libia del coronel Muammar el Gadafi vino el más folclórico comentario para resumir las opciones que tienen los árabes en tiempos tan críticos.
"El Likud y el Partido Laborista son como dos puertas. Por ambas se va al infierno", decía el editorial del diario oficial Al Yamahiria. "Peres es peor que Netanyahu y Netanyahu es peor que Peres", concluyó.
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